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Este Blog contiene contenido no apto para menores, contiene escenas explicitas de violencia, uso deliberado de lenguaje fuerte, y sobretodo contenido sexual explicito
Por ello he decidido clasificar los fics y os de esta manera:
M: Adultos, mayores de 18 años o personas cuya mentalidad sea abierta.
K: apto para toda clase de personas

Gracias por la comprensión ^^

domingo, 7 de julio de 2013

2/3 capiyulo

Me di la vuelta para que no pudiera leer mi expresión. Lector de mentes ¡claro! Por eso sabia cuando aro, mandaba a vigilar a su familia, esto le interesaría bastante. Suspire aliviada, una vez más agradecía tener mi escudo mental. Él no podía leerme el pensamiento, él nunca podría saber que yo soy una Vulturi… además sería demasiado bochornoso.
-          ¿Lees mentes? – le pregunte como para confirmarlo, de mi voz salió un deje de incredulidad, y la más asombrosa admiración.
-          Si… y todavía me pregunto por qué no puedo leer la tuya- todavía embriagada de felicidad, por haber conseguido tan valiosa información y en tan poco tiempo, me di vuelta para responderle. Pero cuando lo hice me arrepentí. Ya que él también se había inclinado por la curiosidad. Y me estaba ofreciendo sus labios a tan solo unos dos centímetros. Solo me faltaba inclinarme un poco, solo un poco y probaría, cuan dulces y deliciosos eran. Pareciera que le también pensaba lo mismo. Ya que se relamió sus increíblemente hermosos, sexys y carnosos labios, acercándose un poco más. Yo no sabía que hacer pero tome la decisión cuando sentí su mano que me tomaba de la cintura. 
Cerré los ojos y di un paso hacia atrás. Me daba miedo probar sus labios y después ser incapaz de dejarlos. El me quedo mirando mientras bajaba su mano, que había quedado alzada, a la altura de mi cintura.
-          Lo siento- susurro avergonzado- no sé qué me paso, me deje llevar…
-          No, no digas nada- le interrumpí apresuradamente, mientras le rogaba a la tierra que me tragara. El solo me sonrió.
-          ¿Y qué? ¿Ya no tienes sed?
-          ¿Tendré que tomar sangre de animales?
-          Mmm… creo que si, además…
-          ¿además…?- pareció dudar
-          No puedes matar a hombres aquí… te mataran
-          ¿Quién? ¿Tu?- se tensó y me quedo mirando profundamente, hasta el grado en que empecé a sentirme incomoda.
-          Yo nunca te haría daño- se notaba que decía la verdad, cada palabra suya estaba impregnada en sinceridad, pero no estaba en mi naturaleza el confiar en personas. No importa quienes sean.
-          ¿entonces quién?
-          Lobos
-          ¿lobos?- ¿a qué se refería con lobos?
-          Si… licántropos…- me quede boquiabierta según tenía entendido cayo se había deshecho de todos los malditos perros, no quedaba ninguno en el mundo.
-          Pero… según supe ya no quedaban en la tierra los licántropos
-          Bueno no son exactamente licántropos… son metamorfos- mmm metamorfos. Más información para mí, a cayo le encantaría esa noticia…
-          No le temo a unos perros rabiosos. – le dije despreocupadamente. Mis oídos navegaron en el exquisito sonido de su risa sofocada.
-          Ven vamos a cazar pequeña valiente- no me gusto como me dijo pequeña aunque casi ni me alteró ya que aún no termina de asimilar el hermoso sonido de su risa que perturbaba mis sentidos.
 Sabía que no iba a ganar la pelea del tipo de caza… bueno al menos que me apartara de su lado, pero no podía  primero; tenía que buscar más información para aro, tenía que completar mi misión,  y segundo; aunque me costara admitirlo, aquel hombre movía todos y cada uno de mis sentidos, me tenía vuelta loca, el sabia de mi pasado, y mi separación hacia él lo único que haría era lastimarme, aunque si fuera inteligente, me marcharía de inmediato antes de caer más en sus redes.
Buscamos unos cuantos animales que diviso Edward a una distancia increíble y corrimos hasta allí. No quería pensar en lo que estaba a punto de hacer, era realmente repugnante, si me vieran cazando esa porquería… me enterraría bajo tierra, ya podía imaginarme a Félix burlándose de mí.
Así que sin pensarlo dos veces, apenas cuando estuvieron cerca me lance a su cuello, y succione su sangre, que sabio áspera en mi garganta, era como si bebiese agua, no sentía satisfacción pronto no quedaba sangre en ese cuerpo, pero yo aún seguía igual de sedienta que antes…
Mire a Edward que me observaba con una mirada que no supe interpretar. Nos quedamos mirando exactamente 15 minutos con 29 segundos hasta que Edward rompió a respirar agitadamente, como si necesitara el aire, la verdad yo también lo necesitaba en ese instante.
-          ¿Que paso?- pregunto- ¿no quedaste satisfecha?- fruncí el entrecejo
-          No- me queje como niña chiquita. Lo que hiso que me quedara estática. Hace mucho tiempo que no hacia eso, exactamente desde que me había transformado en un monstruo, me salió natural, sin pensarlo. A Edward se le enterneció el gesto
-          Ven vamos chiquitita… por aquí hay más…
Esta vez Edward cazo conmigo… su aspecto tan felino me hipnotizo, aquel vampiro era todo un hombre, no musculoso como Félix, aunque tenía lo suyo. Él era un hombre en toda la extensión de la palabra, un hombre que sería capaz de hacer feliz a cualquier mujer.
 Casi me da un patatús de vergüenza cuando gire a ver a Edward, preguntándome porque había dejado su presa a medias, pero cuando lo hice me arrepentí de inmediato, ya que tenía sus ojos clavados en mis senos, pero no me enderece solo seguí alimentándome y dejando que los ojos de Edward vieran bueno por unos momentos.
Después de cazar 5 veces recién me di por saciada, la verdad sentía que me faltaba algo, pero a la vez sabía que una gota más y explotaba.
Luego de un rato nos dirigimos sin hablar hacia un pequeño rio donde un árbol se había caído y había quedado como un puente.
-          ¿Y? ¿Dime? ¿Tienes un aquelarre o solo eres un aventurero? – le pregunte como por casualidad.
-          no y no…- me sorprendió esa respuesta. Por lo que yo sabía aquel vampiro sexy tenía un aquelarre numeroso.
-          ¿Cómo es eso?
-          No pertenezco a un aquelarre, pertenezco a una familia.- me miro con los ojos aguados en orgullo, y ternura. Le sonreí reconociéndolo.
-          Sería bonito tener una familia.- lo dije sin pensar, y me sentí ingrata al pensar en aro, cayo y marco
-          ¿Tú no tienes familia?- me pregunto curioso
-          No… ando solitaria. Pero no quiero hablar de eso. Mejor dime cuantos son en tu familia…
-          Mmm…- pareció pensarlo- somos ocho…- ¿ocho? ¿Cómo ocho? ¿No eran siete?
-          Mmm ¿tantos?... y que son tuyos… o sea me refiero a los papeles que ocupan en tu familia, ya me entiendes.
-          A ver cómo te explico… mi padre es Carlisle, está casado con Esme; mi madre, mis hermanos son: Jasper y Alice, Rosalíe y Emmett; ellos son parejas- se quedó en silencio. Y agallo la cabeza…
-          ¿y?... – trate de incitarlo- el síguete eres tu ¿no?
-          Si- susurro pero aun no me miraba
-          Entonces son siete no ocho
-          No… somos ocho…la otra de la familia es Tanya- mi mente estaba en blanco ¿Quién demonios era Tanya? Y ¿Por qué aro no me había dicho nada de ella?
-          ¿Quién es Tanya?- pregunte. No estando segura de querer conocer la respuesta. Por fin levanto la vista y me clavo sus ojos mientras me contestaba
-          Tanya es mi novia, me casare con ella en dos semanas más.
Sentí como mi rostro se congelaba, mire hacia abajo ocultándolo, el suspiro. Nos quedamos allí un buen rato, exactamente cuanto no lo sé. Me resultaba extraño y perturbador cuanto me dolía esa noticia, ¿Qué importaba si se casaba? Total, no era asunto mío, yo solo estaba aquí, encomendada a una misión que tenía que cumplir, si o si, y no tenía tiempo para andarme ilusionando con desconocidos y menos comprometidos.
Pero aun esa… no era tristeza, más bien desilusión, desencanto, seguí ahí aplastándome. Edward volvió a suspirar. Alcé mi mirada.
-          No pareces muy convencido. – observé el me miro y sonrió sutilmente.
-          Mmm no es eso. Tanya ha estado conmigo durante muchos, demasiados años, algún día tenía que comprometerme.- ahora estaba segura, él no estaba convencido.
-          Insisto no pareces convencido- el me miro largamente avaluando cada centímetro de mi cara, hasta tal grado que comencé a sentir un extraño picor en mi rostro.
-          Aun así me voy a casar.
-          ¿La quieres?- no me pude aguantar.
-          ¿perdón?- parecía confuso
-          Te pregunte si la quieres, a Tanya- me quedo  mirando embobado- ¿Qué pasa?- le pregunte viendo que aún no salía de su asombro.
-          Mmm… es que no se me pillaste desprevenido, la verdad no sabría que  responderte, nadie me lo había preguntado de forma tan directa.
-          Eso es irrelevante. La cuestión es si tú te lo has preguntado… ¿alguna vez te has parado a pensar si la amas o no?
-          Bueno si… pero a pesar de lo que siento, ella no se merece que la deje plantada de un día para otro.
-          Pero tampoco es justo que tú eches a perder tu vida casándote sin amor.
-          ¿Qué vida? ¿A esto le llamas vida?- con sus manos hizo referencia a su cuerpo. Me clavo su torturada mirada en mis ojos- no hay nada que pueda a echar a perder, ya está todo destrozado – lo quede mirando con tristeza, porque me logro contagiar con su angustia
-          Estas totalmente equivocado, solo lo dices porque eres un vampiro un ser distinto a un humano, pero eso no significa que no tengas una vida, tú sigues en ese cuerpo por lo tanto tienes que seguir viviendo.
-          Eres muy buena persuadiendo a la gente, tanto que por un momento pude ver pensar igual que tu
-          Jajaja es cosa de acostumbrarse. Y no ser tan pesimista-
Sin preámbulos estire mi mano y le revolví el pelo, increíblemente suave él se estremeció tras mi tacto, y me sonrió coquetamente.
-          Al parecer eres mucho más cariñosa cuando no estas sedienta.
Mi mano se paralizó en el aire. Nunca nadie me había dicho que era cariñosa, esto está mal muy mal, susurro una voz aterrada en mi mente. Yo no quería ser cariñosa todo lo contrario.
Me pare en menos de lo que tarda un humano en pestañar, y Edward me imito un segundo después.
-          ¿Qué pasa?- pregunto alarmando mirando a su alrededor.
-          Nada- le asegure tajantemente- solo es que… yo… me tengo que ir
-          ¿Qué? Pero ¿por qué?... ¿dije algo malo?- me miro perspicaz.
-          Emm… no, no… solo que ya se me hizo tarde y me tengo que ir.
-          Pero si recién es medio día- comento sorprendido.
-          Si… pero… pero- no sabía que decirle, de lo único que estaba segura es que mucho tiempo cerca de aquel vampiro no era bueno.- tengo que ir a recoger mi coche, además de matricularme en el instituto de Forks- le regale una sonrisa de picardía- seremos compañeros ¿lo recuerdas?
-          Si quieres te acompaño- se ofreció apresuradamente.
-          No te preocupes. Trabajo mejor sola, además tu novia te debe de estar esperando- le recordé casi estrangulándome. El pareció deliberar por un momento luego dijo
-          Te acompaño- sonrió- Tanya todavía está en Denali, regresara el mismo día de la boda.- aquello me pareció muy raro, pero tampoco iba a preguntarle el porqué, por mí que se quedara toda su maldita existencia allí. Sabía que estaba siendo egoísta, debería alejarme del dejarlo tranquilo, luego yo me tendría que marchar y no lo volvería a ver ¡demonios! En el peor de los casos incluso tendré que matarlo, no puedo dejar que su hermosura, su ternura, sus labios, su cuerpo, su personalidad me perturbaran.
-          ¿Y? ¿Qué dices? ¿Te acompaño?
- Esta bien- ¡mierda!  Es que simplemente no me podía resistir a su sonrisa ni su mirada que me envolvía y me hacía perder mis sentidos. Quizás servía de algo, quizás averiguara más cosas sobre él o su familia, aunque a  estas alturas lo que más me importaba era él.
Corrimos en silencio hasta Seattle, más de alguna vez me di cuenta que Edward me miraba de pies a cabeza sin pestañar si quiera, hasta tal punto de sentirme incomoda, aunque también muy elogiada…
Decidimos tomar un taxi hacia el aeropuerto en busca de mi coche, ya que no podíamos ir corriendo en la cuidad. Estuve segura que aquel pobre humano dueño del taxi, se daría cabezazos en el volante por haber parado, su respiración era rápida, al igual que sus latidos, el miedo se reflejaba en sus ojos a través del espejo retrovisor.
Me aferre a mi asiento y Edward me miro con curiosidad; necesitaba consumir sangre humana, o por lo menos no tenerlos cerca, era demasiada la tentación en aquel reducido espacio con el olor de aquel humano envolviéndome hasta las entrañas.
Edward se dio cuenta de mi problema y se acercó a mí, muy, muy cerca, tanto que olvide al estúpido humano, tomo mi mentón y me hizo girarme a ver su espléndido rostro.
-          Tranquila, debes saber controlarte…- me susurro solo para nosotros.
-          Es que no puedo- gemí
-          Si, si puedes… eres fuerte se nota- sonrió- no me apartare de tu lado- prometió quemándome con la mirada
-          ¿lo prometes?- ¿Por qué demonios me comportaba así?
-          Si
Se inclinó a besarme, mi respiración aumento, estaba vez no lo detendría, me importaba un comino si estaba comprometido, un beso no haría daño alguno. Cerré mis ojos… al igual que el…
-          Ejem – interrumpió el chofer
------  interrupción… ahí chicas! ¿Creyeron que haría que Edward y bella se dieran un beso en un taxi!!? (Carita de incredulidad a que no? jajja bueno ahora si que disfruten ¡ besos  -------
Si hubiera podido enrojecer me hubiera puesto de un escarlata intenso, no de vergüenza si no de rabia… ¡Qué momento menos oportuno! Me baje del auto sin que se me notara demasiado el coraje.
Escuche como Edward lanzaba un suspiro mientras le pagaba al conductor, yo que él no  le daba ni un peso… aunque pensándolo quizás fue para mejor, no era el momento adecuado o simplemente no debió de pasar.
Nos dirigimos en un silencio lleno de vergüenza y rabia por mi parte. Edward solo iba silencioso y muy pensativo.
Recogimos mi coche y conduje hasta el hotel “si es que se le puede llamar así” cancele la noche pasada y me trasladé a un departamento en forks que estaba en renta ya que Edward me lo recomendó. A parte de eso no hubo conversación alguna.
El departamento era precioso, me sorprendí de que me gustara, era espacioso, lujoso y hasta un poco moderno… nunca pensé que me gustase ese tipo de decoraciones, por lo general estaba acostumbrada a lo oscuro, antiguo…
Pero de verdad que me gustaba aquello. Mire a Edward quien tenía un brillo especial en la mirada. Me miro y sonrió.
-          ¿Te gusta?- pregunto mirándome los labios.
-          Sí. – Con suerte me salió la voz- ¿a ti?
-          Mucho…
Estuve segura que ya no hablábamos del departamento, lo cual me agradaba… y claro me ponía de nervios. Se acercó más y más y de un momento a otro lo tenía nuevamente pegado a mí, su efluvio me envolvía y enloquecía. Acaricio mi labio con mi pulgar.
-          Nunca antes había sentido esto por nadie, me tienes vuelto loco, eres preciosa…- murmuro con la voz contenida… mientras yo me derretía completa. – no sé si esto está bien o mal, lo único que sé es que ya no puedo esperar un instante más sin probar aquellos labios que me llaman a gritos.
-          Ni yo- confesé con la voz quebrada y sin aliento.
Edward sonrió de una forma encantadora para luego posar delicadamente sus labios contra los míos despegándolos un poco, todo mi cuerpo vibró como nunca lo había hecho antes. Mi cuerpo anhelaba el suyo, quería explorar más su sabor, experimentar.
Toque su labio inferior con mi lengua y fue allí donde Edward perdió el control, tomándome salvajemente por la cintura y pangándome a su pecho, haciendo que jadeara al instante mientras el jugueteaba con mi lengua y me hacía estremecer…
Nuestros jadeos se mezclaban en nuestras bocas produciendo que nuestros deseos por el otro fuera más frenético.
Comencé a caminar de espalda con Edward pegado a mi cuerpo y a mis labios. De pronto choque con una mesa y todo lo que había allí se calló al suelo… ¿o fue Edward quien los tiro? De todos modos no me iba a poner a pensarlo…
Edward me agarro de las caderas y me alzo hasta que quede sentada en la mesa con el entremedio y mis piernas entrelazadas en sus caderas. Estábamos desesperados hambrientos de amor y deseo.
Pero nuestra necesidad tendrá que esperar porque a un idiota se le ocurrió la maravillosa idea de llamar a mi celular justo en ese momento.
-          Contesta- susurro Edward con la voz agitada.
-          Déjalo así se aburrirán- comente mientras aceleradamente le quitaba los botones a su blusa.
-          Pueden ser tus familiares. Quizás quieren saber cómo llegaste- me congele. Aro, quizás lo mejor era contestar. Edward se apartó y yo me baje de la mesa. Busque en mi bolso y saque el móvil, claramente tenía razón era aro
-          bueno- conteste.
-          Hey querida pensé que no contestarías- mire a Edward quien tenía una mirada inescrutable
-          Eh… padre no puedo hablar ahora
-          ¿Qué pasa?- cambio el tono de voz al instante.
-          Veras… arrendare un apartamento y estoy con un amigo que me hice en la cuidad viendo los detalles- le guiñe un ojo a Edward quien me sonrió con complicidad y en el fondo de mi alma estaba rogando que aro entendiera y no dijera nada que me pudiera perjudicar.
-          Vale entiendo. Te llamo luego. Estoy muy orgulloso de ti mariana- aro era todo un maestro la había pillado al vuelo, Edward frunció el ceño quizás por el nombre dicho.
Colgué. La verdad yo no estaba orgullosa, de un tiempo para acá me había dado cuanta que para ser no solo se puede ser feliz con sangre y venganza… el amor era mejor mucho mejor que eso.
-          Todavía seguirás con la farsa que te llamas mariana – remarco la última palabra con un eje burlón.- a pesar de todo no podía revelarle la verdad MI verdad, me terminaría odiando y lo peor lo terminarían matando.
-          Así es como me llamo.- Bufo
-          Cuando te vas a quitar esa careta Isabella Swan- me enfurecí no solo por el hecho de que me haya llamado Isabella si no porque él tenía razón, yo era una careta algo falso, algo no real. No me enfurecí con Edward si no conmigo misma.
-          Escúchame, yo no recuerdo nada de mi pasado, nada- me saque un peso de encima al decirle al menos una verdad. Pero no sirvió de nada porque luego vino una mentira del tamaño de un buque- cuando desperté me he llamado mariana, y no quiero cambiar eso así que déjalo como esta- me miro receloso como si supiera que miento.
-          ¿Quién te llamo recién?
-          Mi padre- conteste al instante, era eso lo que le había dicho por el móvil.
-          ¿Segura?- pregunto de una forma en que me hiso dudar.
-          Claro… -conteste con soltura, más descarada no podía ser
-          ¿te das cuenta o no?
-          Cuanta de que- ya me estaba empezando a preocupar
-          Hoy en la tarde en el lago, me dijiste que no tenías familia ¿hasta cuándo con las mentiras “mariana”?- trague en seco ¿Cómo tan estúpida, como no me di cuenta, como se me pudo pasar un detalle tan importante?- me miro enfurecido mientras pasaban y pasaban los minutos.
-          Cuando te dignes a decirme la verdad. Me buscas- se dio la vuelta camino a la puerta mientras se abrochaba los botones que había logrado sacarle. Se me hiso un nudo en la garganta.
-          Claro que te voy a buscar, cuando te hayas casado- escupí aguantándome las ganas de sollozar. Él se dio la vuelta y me miro con angustia la furia se había desvanecido de sus ojos.
-          Bella- susurro con dolor. Oh no, eso sí que no, no iba permitir que me tuviera lastima primero muerta.
-          Vete Edward
-          Pero…
-          ¡Vete!
Se fue sin más cerrando la puerta de un golpe seco, seco así se encontraba mi corazón ¿de qué sirve el amar? Si solo te deja angustia en tu corazón
Me dejo allí sola, enfadada y con el corazón estrujado… se había ido. Una vocecita en mi cabeza preguntaba con desesperación ¿Por qué me preocupaba tanto por eso? Que más me da si él se va, o se queda, o si se casaba… estuve repitiéndomelo constantemente durante toda la noche, y durante todo el fin de semana. Pero algo me decía que no era tan fácil, era nueva en esto. Me debatía y resistía a admitirlo pero ¿admitir que? ¿Qué Edward Cullen me había vuelto completamente loco? ¿Qué me sentía como una chiquita asustada? ¿Qué de pronto me había llegados unas ganas enormes de salir de allí corriendo?  Y peor aún admitir que el lugar al que quería ir no era precisamente Italia.
Aro llamo a las dos horas después de que quedara el desastre. La verdad me enfureció su llamada, por su culpa todo había salido mal, por su culpa estaba como estaba, siempre alejándome de todo lo que me hacía feliz… me acobarde de ese pensamiento, y me estremecí al saber que al final igual lo sabría, cuando regresara ¿Por qué algún día tenía que volver no?
-          ¿Se puede hablar?- ahora pregunta pensé con ironía
-          Si aro si se puede.
-          Bien- silencio- ¿Qué paso?
-          Nada paso-respondí secamente y cortante
-          ¿Cómo que nada?-pregunto ya un poco molesto- por lo que me diste a entender estabas con uno de los Cullen, debo manifestar mi admiración, has sido muy rápida, ninguno de los vampiros a los que había mandado se les han acercado tan solo un poco, y mira tú en tan solo unas horas los conquistaste- me quede en silencio, ojala lo hubiera conquistado tan solo un poco, pensé más melancólica que antes, ojala hubiera sido capaz de despertar aunque sea un poco más de interés en él, en cambio lo único que conseguí fue que se fuera, que huyera de mi por mis mentiras y engaños.
-          No aro, no quiero elogios, todo salió mal luego de tu llamada- intente quitarle el veneno de mi oración al final, para que no se diera cuentas cuando de aquello me afectaba.
-          Cuéntame lo que paso- esta vez su voz había perdido el matiz de entusiasmo anterior.
-          Me encontré con Edward Cullen- al pronunciar su nombre se me estrujo el pecho- a tan solo una noche de haber llegado, hablamos un poco, me conto sobre su familia nada de importancia, me conto que se casara con una tal Tanya- mi pecho ardió- luego me pregunto por mi familia y yo le dije que no tenía, me ofreció ayudarme a buscar un apartamento en Forks ya que me estaba quedando en un hotel de seattle. Estábamos hablando- omití la parte del acalorado beso- luego llamaste tú, y yo te mencione como presunto padre, se enojó y se marchó por haberle mentido- termine con un nudo en la garganta.
-          ¡Demonios!- maldijo una y otra vez- está bien- me dijo cuándo se hubo tranquilizado- pero en tiempo en que estuviste con él ¿no te conto algo sobre algún don de la familia?- me calle y acobarde, si le mentía lo sabría apenas me tocara, pero aun así sabiendo los riesgos y consecuencias posibles le mentí.
-          No aro, nada,  solo me dijo sus nombres- el suspiro, al cabo de unos segundos hiso un comentario que me dejo paralizada
-          Te noto diferente, estas distante- este aro era increíble, lo notaba incluso por vía telefónica
-          No aro no me pasa nada, solo que me siento decepcionada de mi misma. – lo último era verdad
-          ¡Vamos vida mía! Has hecho un excelente trabajo, estoy orgulloso de ti, solo trata de conseguirme aunque sea un poco de información y serás adorada por todos como la diosa que eres, tranquila el trono te espera, ahora debo colgar Heidi ha llegado con  la comida, adiós querida.
Ni siquiera me moleste en despedirme simplemente apreté el botón de apagado. ¿Por qué ya no encontraba satisfacción en las palabras de aro? ¿Por qué ya no me importaba que me idolatraran?
La verdad me costaba trabajo admitir que todo lo que me estaba pasando fuera producto de Edward, aquel vampiro bueno, que tan solo en un día logro filtrarse en mí.
Durante el fin de semana tuve que ir a matricularme al instituto de Forks, la recepcionista me atendió de muy buena gana y me deseo suerte.
Ya estaba inscrita en el instituto, tenía un apartamento rentado, solo faltaba esperar a que se dieran las cosas por si solas. El fin de semana se me hiso eterno quería verlo, aunque fuera a la distancia y sabiendo que él no me quería ver.
El lunes por la mañana me encontraba ansiosa, nerviosa. Con los nervios a flor de piel, parecía cualquier humana adolecente, encaprichada por su primer amor de adolescencia.
Conduje hasta el instituto, fui una de las primeras en llegar, estacione el auto y salí, me había memorizado el mapa el día anterior, por lo que no anduve dando de tumbos por el establecimiento y me fui con paso firme a mi salón de literatura, que era la clase que me tocaba, el profesor me hiso presentarme, para mi desgracia, y todos lo niñitos del salón me quedaron mirando embobados. Eso no más me faltaba, pensé sarcásticamente. El día paso rápido, durante los cambios de clase pude interceptar el olor a vampiro por todo el instituto y el olor de Edward también, que era único. No me atreví a seguirlo, de solo pensarlo se me revolvía el estómago.
A la hora de almuerzo pude localizarlo al fin, se sentaba en una mesa al rincón con toda su familia, eran más hermosos de lo que se veían en las fotos incluso para ser vampiros, me senté lo más lejos posible mientras intentaba mantener una visión del periféricamente. Y me sumergí en mis pensamientos. No podía seguir así, tenía que irme de allí y luego, volver a Volterra a donde pertenecía, seguir con mi vida, seguir matando para vivir, y vivir para matar. Pero me reusaba, no quería, algo de mi había surgido… o despertado. Pero de solo pensarlo me deprimía. Sentía que ese no era mi lugar, no quería seguí matando mi alma, seguir envenenándola con odio, venganza, muerte.
-          ¡hola!- susurro una voz cantarina y entusiasta a mis espaldas, pegue un salto, estaba tan sumergida en mis pensamientos que no sentí su llegada- para ser vampira eres bastante despistada- volvió hablar con el mismo timbre de voz tan energético que hasta te levantaba el ánimo. Me di la vuelta. Alice. Estaba detrás de mí con una sonrisa enorme en el rostro, y detrás de ella estaba todo el clan Cullen incluyendo a Edward. Al verlo algo se estremeció en mí. Yo sonreí pero a Alice.
-          Hola. – susurre apenas.
-          ¿Nos podemos sentar?- pregunto con los ojos brillante ¿a qué iba tanta emoción? Me pregunte confundida
-          Claro- Se sentaron todos, Edward no me quitaba la vista de encima su mirada era inescrutable, tanto que me hacía sentir nerviosa.
-          Yo soy Alice- canturreo- él es Emmett, Rosalíe, Jasper y Edward. – me los presento en todos vi una radiante sonrisa menos en Edward. Eso me entristeció pero no por ello lo daría a demostrar
-          Yo soy mariana González- me molestaba usar ese nombre. Edward miro hacia otro lado disgustado, más bien enfadado. Me pareció como si Jasper también se hubiera enfadado pero no estaba segura
-          Eh… -Alice me miraba con unos ojos que no supe interpretar- ¿mariana? – Pregunto extrañada- juraría que tú eras bella la chica que desapareció hace 120 años- trague en seco y Edward me miro con una ceja alzada, se veía increíblemente sexy, ¡concéntrate bella! Me recrimine.
-          Prefiero no hablar de eso ahora- no lo iba a negar más, aunque me llamara bella eso no era una prueba que era una Vulturi.- Edward no podía creer que no lo hubiera negado pero Alice al menos me entendió.
-          Ok… hablemos de otra cosa- sí que me caía bien, presentía que nos llevaríamos bien.
-           Sabes… ¿te puedo llamar bella aunque sea de sobrenombre?- me lo pensé un rato.
-          Esta bien- susurre resignada total a mí tampoco me gustaba el otro nombre.
-          Gracias- sonrió- como decía, me causas mucha curiosidad, sobre todo tu historia, pero no puedo ver nada sobre eso, solo vi que no eras una amenaza- estaba confundida
-          ¿Qué? ¿De qué hablas?- mi corazón muerto reacciono ante la respuesta procedente de otra voz
-          Alice puede ver el futuro, ese es su don- Alice sonrió ante mi cara de perplejidad y admiración. -   ella ve el curso en que sucederán las cosas, depende de las decisiones, si la persona cambia de decisión el transcurso de la historia cambia, y parece que tú has tomado muchas decisiones cambias y vuelves a cambiar. Desapareces en las visiones y vuelves a aparecer ¿Qué escondes?
          ¡Edward! – Alice y Emmett lo reprocharon pero el no quito su inquisitiva mirada de mí. Pero yo no lo tome en cuenta. Tenía muchos pensamientos en la cabeza. Alice estaba en peligro, fue mi principal pensamiento. Aro se volvería eufórico si se enterara de esto, la querría si o si a su lado, y a pesar de los pocos minutos hablando con ella no quería que pasara por lo mismo que yo.
-          ¿Has espiado mi futuro?-  le pregunte incrédula a una avergonzada Alice.
-          Es solo por precaución, además me cuesta verte, no es tan sencillo ¿Por qué? –pregunto confundida y frustrada. Yo sabía la respuesta claro… con el tiempo mis dones fueron aumentando, por lo que me había explicado aro hace un tiempo mi don de bloquear todo lo que podría afectarme mentalmente se había incrementado, no de forma física si no de cosas que no fluyen ninguna  de las dos, como por ejemplo lo de Alice. Pero no funcionaba al igual que lo otro,  aquí yo tenía que activarlo, protegerme, no era instantáneo como mi escudo habitual. Y así lo hice. Me protegí, fue impresionante la energía que sentí, pude ver cómo me protegía, y también vi como Alice se quedaba en blanco.
-          ¿Qué paso?- pregunto con un gemido aun mirando al vacío. No pude evitar reírme. Era una risa normal, espontanea, no la risa cruel que habitaba a utilizar.
-          Pasa- insinué pagada de mi misma – que se acabó de andar espiando mi futuro sin mi consentimiento- termine con una sonrisa y cruzándome de brazos y piernas mientras los miraba. Edward y Alice estaban boquiabiertos mientras Jasper Emmett y Rosalíe  confundidos.
-          ¿tu hiciste eso?- pregunto Edward. Sonreí
-          ¿qué hiso que?- Emmett estaba frustrado.
-          Alice está bloqueada no puede ver el futuro de bella.
-          No solo ustedes tienen dones- dije yo. Edward me sonrió.
-          ¿Cuál es tu don?- Alice me pregunto maravillada
-          Dones – corregí con otra sonrisa. Edward alzo una ceja. Pero yo me arrepentí, no me convenía que supieran tantas cosas de mí – pero ya me tengo que ir.
-          Aun no tocan – salto Edward a la defensiva, pareciera que no quisiera que me fuera, de tan solo pensar la idea sonreí sin poder evitarlo.
-          Lo sé pero, tengo que hacer, además podremos hablar otro día.
-          Esta tarde- proclamo Alice entusiasta.
-          Si… - dijo Emmett- así conoces a Carlisle y Esme
-          Claro… nos vemos a la salida
-          Ok adiós bella.
-          Adiós
Todos se despidieron menos Edward
-         ¿Podemos hablar?- me pregunto con la vista gacha
-          lo siento Edward pero no creo que sea conveniente- los hermanos Cullen habían dejado de caminar y se quedaron mirándonos extrañados.
-           Bella lo siento mucho de verdad, yo no debí de haber reaccionado así, debí de entenderte darte el tiempo para que confieras en mí, y no haberme enojado como un niño. – dios cuanto soñé escuchar esas palabras, pero ese no era el momento.
-          ¿Ustedes se conocían?- pregunto Alice desde un poco más allá, pero ya caminando hacia nosotros. Se me encogió el estómago. Yo me quede en silencio.
-          ¿Edward?- a esa altura habían llegado todos y nos habían acorralado en un rincón. Supe que no teníamos escapatoria.
-          Ves- lo regañe muy bajito- eso te pasa por hablar en momentos en que no debes- pero creo que no pase desapercibida ya que todos me miraron aún más confundidos.
-          ¿Edward Anthony Cullen puedes explicar lo que está pasando?- Alice aparento estar enojada pero la sonrisa en sus labios la delataba- ¿Habías hablado con bella antes?
-          Mmm un poquito- susurro apenas Edward
-          ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué no nos habías dicho?- justo después de esa mar de pregunta sonó el timbre indicando el final de la hora de la comida y el inicio de las últimas cuatro horas de clases.
-          Salvada por la campana- canturrie y pase por al lado del enorme cuerpo de Emmett- me tengo que ir a clases.
-          Ok- dijo Alice- se salvaron pero luego me tendrás que contar todo- me lo dijo como si fuese una obligación. Sonreí aun más.

Me dirigí a mis clases. La de español fue una completa tortura, bueno que clase no lo es cuando te sabes todo el contenido de memoria… estuve pensando todo el tiempo en la conversación en el comedor, debía admitir que en ese momento me encontraba en una paz espiritual que nunca pensé estar, lejos de toda maldad, y cerca de lo bueno.
Me sentía otra persona, corrección pensé,  era otra persona, y había algo que me inquietaba desde que conocía a Edward. Mi pasado. ¿Estaba preparada para buscar respuestas? Era la pregunta que mi mente se hacía constantemente.
En el caso en que no lo estuviera ¿cómo afrontarlo? Porque de alguna forma tenía que hacerlo, tarde o temprano.
Había otra cosa que me quitaba la tranquilidad. Edward. Él se casaría y yo no sabía qué hacer. Sentía que lo único verdaderamente puro que había conocido se me iba entre los dedos, cada cosa, cada mentira que decía lo alejaba más de mí, y me desesperaba, pero tampoco le podía decir la verdad, me terminaría odiando pero tampoco me iba a arriesgar a ponerlo en peligro más de lo que ya estaba.
Lo mejor era irme de allí, solo con mi presencia lo ponía en peligro… pero no era capaz, lo necesitaba con fervor.
¡Pero si se iba a casar!... ¿y qué? Me pregunte de repente, la ley del más fuerte ¿no? No podía quedarme cruzada de brazos, mientras que probablemente el amor de mi existencia se iba con otra.
Lucharía por él, hasta que no me queden fuerzas, buscare mi pasado, desenterrare mi verdad. Y cuando llegue el momento Edward sabría todo sobre mí…

Ojala para ese entonces no sea demasiado tarde.