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Este Blog contiene contenido no apto para menores, contiene escenas explicitas de violencia, uso deliberado de lenguaje fuerte, y sobretodo contenido sexual explicito
Por ello he decidido clasificar los fics y os de esta manera:
M: Adultos, mayores de 18 años o personas cuya mentalidad sea abierta.
K: apto para toda clase de personas

Gracias por la comprensión ^^

domingo, 7 de julio de 2013

2/3 capiyulo

Me di la vuelta para que no pudiera leer mi expresión. Lector de mentes ¡claro! Por eso sabia cuando aro, mandaba a vigilar a su familia, esto le interesaría bastante. Suspire aliviada, una vez más agradecía tener mi escudo mental. Él no podía leerme el pensamiento, él nunca podría saber que yo soy una Vulturi… además sería demasiado bochornoso.
-          ¿Lees mentes? – le pregunte como para confirmarlo, de mi voz salió un deje de incredulidad, y la más asombrosa admiración.
-          Si… y todavía me pregunto por qué no puedo leer la tuya- todavía embriagada de felicidad, por haber conseguido tan valiosa información y en tan poco tiempo, me di vuelta para responderle. Pero cuando lo hice me arrepentí. Ya que él también se había inclinado por la curiosidad. Y me estaba ofreciendo sus labios a tan solo unos dos centímetros. Solo me faltaba inclinarme un poco, solo un poco y probaría, cuan dulces y deliciosos eran. Pareciera que le también pensaba lo mismo. Ya que se relamió sus increíblemente hermosos, sexys y carnosos labios, acercándose un poco más. Yo no sabía que hacer pero tome la decisión cuando sentí su mano que me tomaba de la cintura. 
Cerré los ojos y di un paso hacia atrás. Me daba miedo probar sus labios y después ser incapaz de dejarlos. El me quedo mirando mientras bajaba su mano, que había quedado alzada, a la altura de mi cintura.
-          Lo siento- susurro avergonzado- no sé qué me paso, me deje llevar…
-          No, no digas nada- le interrumpí apresuradamente, mientras le rogaba a la tierra que me tragara. El solo me sonrió.
-          ¿Y qué? ¿Ya no tienes sed?
-          ¿Tendré que tomar sangre de animales?
-          Mmm… creo que si, además…
-          ¿además…?- pareció dudar
-          No puedes matar a hombres aquí… te mataran
-          ¿Quién? ¿Tu?- se tensó y me quedo mirando profundamente, hasta el grado en que empecé a sentirme incomoda.
-          Yo nunca te haría daño- se notaba que decía la verdad, cada palabra suya estaba impregnada en sinceridad, pero no estaba en mi naturaleza el confiar en personas. No importa quienes sean.
-          ¿entonces quién?
-          Lobos
-          ¿lobos?- ¿a qué se refería con lobos?
-          Si… licántropos…- me quede boquiabierta según tenía entendido cayo se había deshecho de todos los malditos perros, no quedaba ninguno en el mundo.
-          Pero… según supe ya no quedaban en la tierra los licántropos
-          Bueno no son exactamente licántropos… son metamorfos- mmm metamorfos. Más información para mí, a cayo le encantaría esa noticia…
-          No le temo a unos perros rabiosos. – le dije despreocupadamente. Mis oídos navegaron en el exquisito sonido de su risa sofocada.
-          Ven vamos a cazar pequeña valiente- no me gusto como me dijo pequeña aunque casi ni me alteró ya que aún no termina de asimilar el hermoso sonido de su risa que perturbaba mis sentidos.
 Sabía que no iba a ganar la pelea del tipo de caza… bueno al menos que me apartara de su lado, pero no podía  primero; tenía que buscar más información para aro, tenía que completar mi misión,  y segundo; aunque me costara admitirlo, aquel hombre movía todos y cada uno de mis sentidos, me tenía vuelta loca, el sabia de mi pasado, y mi separación hacia él lo único que haría era lastimarme, aunque si fuera inteligente, me marcharía de inmediato antes de caer más en sus redes.
Buscamos unos cuantos animales que diviso Edward a una distancia increíble y corrimos hasta allí. No quería pensar en lo que estaba a punto de hacer, era realmente repugnante, si me vieran cazando esa porquería… me enterraría bajo tierra, ya podía imaginarme a Félix burlándose de mí.
Así que sin pensarlo dos veces, apenas cuando estuvieron cerca me lance a su cuello, y succione su sangre, que sabio áspera en mi garganta, era como si bebiese agua, no sentía satisfacción pronto no quedaba sangre en ese cuerpo, pero yo aún seguía igual de sedienta que antes…
Mire a Edward que me observaba con una mirada que no supe interpretar. Nos quedamos mirando exactamente 15 minutos con 29 segundos hasta que Edward rompió a respirar agitadamente, como si necesitara el aire, la verdad yo también lo necesitaba en ese instante.
-          ¿Que paso?- pregunto- ¿no quedaste satisfecha?- fruncí el entrecejo
-          No- me queje como niña chiquita. Lo que hiso que me quedara estática. Hace mucho tiempo que no hacia eso, exactamente desde que me había transformado en un monstruo, me salió natural, sin pensarlo. A Edward se le enterneció el gesto
-          Ven vamos chiquitita… por aquí hay más…
Esta vez Edward cazo conmigo… su aspecto tan felino me hipnotizo, aquel vampiro era todo un hombre, no musculoso como Félix, aunque tenía lo suyo. Él era un hombre en toda la extensión de la palabra, un hombre que sería capaz de hacer feliz a cualquier mujer.
 Casi me da un patatús de vergüenza cuando gire a ver a Edward, preguntándome porque había dejado su presa a medias, pero cuando lo hice me arrepentí de inmediato, ya que tenía sus ojos clavados en mis senos, pero no me enderece solo seguí alimentándome y dejando que los ojos de Edward vieran bueno por unos momentos.
Después de cazar 5 veces recién me di por saciada, la verdad sentía que me faltaba algo, pero a la vez sabía que una gota más y explotaba.
Luego de un rato nos dirigimos sin hablar hacia un pequeño rio donde un árbol se había caído y había quedado como un puente.
-          ¿Y? ¿Dime? ¿Tienes un aquelarre o solo eres un aventurero? – le pregunte como por casualidad.
-          no y no…- me sorprendió esa respuesta. Por lo que yo sabía aquel vampiro sexy tenía un aquelarre numeroso.
-          ¿Cómo es eso?
-          No pertenezco a un aquelarre, pertenezco a una familia.- me miro con los ojos aguados en orgullo, y ternura. Le sonreí reconociéndolo.
-          Sería bonito tener una familia.- lo dije sin pensar, y me sentí ingrata al pensar en aro, cayo y marco
-          ¿Tú no tienes familia?- me pregunto curioso
-          No… ando solitaria. Pero no quiero hablar de eso. Mejor dime cuantos son en tu familia…
-          Mmm…- pareció pensarlo- somos ocho…- ¿ocho? ¿Cómo ocho? ¿No eran siete?
-          Mmm ¿tantos?... y que son tuyos… o sea me refiero a los papeles que ocupan en tu familia, ya me entiendes.
-          A ver cómo te explico… mi padre es Carlisle, está casado con Esme; mi madre, mis hermanos son: Jasper y Alice, Rosalíe y Emmett; ellos son parejas- se quedó en silencio. Y agallo la cabeza…
-          ¿y?... – trate de incitarlo- el síguete eres tu ¿no?
-          Si- susurro pero aun no me miraba
-          Entonces son siete no ocho
-          No… somos ocho…la otra de la familia es Tanya- mi mente estaba en blanco ¿Quién demonios era Tanya? Y ¿Por qué aro no me había dicho nada de ella?
-          ¿Quién es Tanya?- pregunte. No estando segura de querer conocer la respuesta. Por fin levanto la vista y me clavo sus ojos mientras me contestaba
-          Tanya es mi novia, me casare con ella en dos semanas más.
Sentí como mi rostro se congelaba, mire hacia abajo ocultándolo, el suspiro. Nos quedamos allí un buen rato, exactamente cuanto no lo sé. Me resultaba extraño y perturbador cuanto me dolía esa noticia, ¿Qué importaba si se casaba? Total, no era asunto mío, yo solo estaba aquí, encomendada a una misión que tenía que cumplir, si o si, y no tenía tiempo para andarme ilusionando con desconocidos y menos comprometidos.
Pero aun esa… no era tristeza, más bien desilusión, desencanto, seguí ahí aplastándome. Edward volvió a suspirar. Alcé mi mirada.
-          No pareces muy convencido. – observé el me miro y sonrió sutilmente.
-          Mmm no es eso. Tanya ha estado conmigo durante muchos, demasiados años, algún día tenía que comprometerme.- ahora estaba segura, él no estaba convencido.
-          Insisto no pareces convencido- el me miro largamente avaluando cada centímetro de mi cara, hasta tal grado que comencé a sentir un extraño picor en mi rostro.
-          Aun así me voy a casar.
-          ¿La quieres?- no me pude aguantar.
-          ¿perdón?- parecía confuso
-          Te pregunte si la quieres, a Tanya- me quedo  mirando embobado- ¿Qué pasa?- le pregunte viendo que aún no salía de su asombro.
-          Mmm… es que no se me pillaste desprevenido, la verdad no sabría que  responderte, nadie me lo había preguntado de forma tan directa.
-          Eso es irrelevante. La cuestión es si tú te lo has preguntado… ¿alguna vez te has parado a pensar si la amas o no?
-          Bueno si… pero a pesar de lo que siento, ella no se merece que la deje plantada de un día para otro.
-          Pero tampoco es justo que tú eches a perder tu vida casándote sin amor.
-          ¿Qué vida? ¿A esto le llamas vida?- con sus manos hizo referencia a su cuerpo. Me clavo su torturada mirada en mis ojos- no hay nada que pueda a echar a perder, ya está todo destrozado – lo quede mirando con tristeza, porque me logro contagiar con su angustia
-          Estas totalmente equivocado, solo lo dices porque eres un vampiro un ser distinto a un humano, pero eso no significa que no tengas una vida, tú sigues en ese cuerpo por lo tanto tienes que seguir viviendo.
-          Eres muy buena persuadiendo a la gente, tanto que por un momento pude ver pensar igual que tu
-          Jajaja es cosa de acostumbrarse. Y no ser tan pesimista-
Sin preámbulos estire mi mano y le revolví el pelo, increíblemente suave él se estremeció tras mi tacto, y me sonrió coquetamente.
-          Al parecer eres mucho más cariñosa cuando no estas sedienta.
Mi mano se paralizó en el aire. Nunca nadie me había dicho que era cariñosa, esto está mal muy mal, susurro una voz aterrada en mi mente. Yo no quería ser cariñosa todo lo contrario.
Me pare en menos de lo que tarda un humano en pestañar, y Edward me imito un segundo después.
-          ¿Qué pasa?- pregunto alarmando mirando a su alrededor.
-          Nada- le asegure tajantemente- solo es que… yo… me tengo que ir
-          ¿Qué? Pero ¿por qué?... ¿dije algo malo?- me miro perspicaz.
-          Emm… no, no… solo que ya se me hizo tarde y me tengo que ir.
-          Pero si recién es medio día- comento sorprendido.
-          Si… pero… pero- no sabía que decirle, de lo único que estaba segura es que mucho tiempo cerca de aquel vampiro no era bueno.- tengo que ir a recoger mi coche, además de matricularme en el instituto de Forks- le regale una sonrisa de picardía- seremos compañeros ¿lo recuerdas?
-          Si quieres te acompaño- se ofreció apresuradamente.
-          No te preocupes. Trabajo mejor sola, además tu novia te debe de estar esperando- le recordé casi estrangulándome. El pareció deliberar por un momento luego dijo
-          Te acompaño- sonrió- Tanya todavía está en Denali, regresara el mismo día de la boda.- aquello me pareció muy raro, pero tampoco iba a preguntarle el porqué, por mí que se quedara toda su maldita existencia allí. Sabía que estaba siendo egoísta, debería alejarme del dejarlo tranquilo, luego yo me tendría que marchar y no lo volvería a ver ¡demonios! En el peor de los casos incluso tendré que matarlo, no puedo dejar que su hermosura, su ternura, sus labios, su cuerpo, su personalidad me perturbaran.
-          ¿Y? ¿Qué dices? ¿Te acompaño?
- Esta bien- ¡mierda!  Es que simplemente no me podía resistir a su sonrisa ni su mirada que me envolvía y me hacía perder mis sentidos. Quizás servía de algo, quizás averiguara más cosas sobre él o su familia, aunque a  estas alturas lo que más me importaba era él.
Corrimos en silencio hasta Seattle, más de alguna vez me di cuenta que Edward me miraba de pies a cabeza sin pestañar si quiera, hasta tal punto de sentirme incomoda, aunque también muy elogiada…
Decidimos tomar un taxi hacia el aeropuerto en busca de mi coche, ya que no podíamos ir corriendo en la cuidad. Estuve segura que aquel pobre humano dueño del taxi, se daría cabezazos en el volante por haber parado, su respiración era rápida, al igual que sus latidos, el miedo se reflejaba en sus ojos a través del espejo retrovisor.
Me aferre a mi asiento y Edward me miro con curiosidad; necesitaba consumir sangre humana, o por lo menos no tenerlos cerca, era demasiada la tentación en aquel reducido espacio con el olor de aquel humano envolviéndome hasta las entrañas.
Edward se dio cuenta de mi problema y se acercó a mí, muy, muy cerca, tanto que olvide al estúpido humano, tomo mi mentón y me hizo girarme a ver su espléndido rostro.
-          Tranquila, debes saber controlarte…- me susurro solo para nosotros.
-          Es que no puedo- gemí
-          Si, si puedes… eres fuerte se nota- sonrió- no me apartare de tu lado- prometió quemándome con la mirada
-          ¿lo prometes?- ¿Por qué demonios me comportaba así?
-          Si
Se inclinó a besarme, mi respiración aumento, estaba vez no lo detendría, me importaba un comino si estaba comprometido, un beso no haría daño alguno. Cerré mis ojos… al igual que el…
-          Ejem – interrumpió el chofer
------  interrupción… ahí chicas! ¿Creyeron que haría que Edward y bella se dieran un beso en un taxi!!? (Carita de incredulidad a que no? jajja bueno ahora si que disfruten ¡ besos  -------
Si hubiera podido enrojecer me hubiera puesto de un escarlata intenso, no de vergüenza si no de rabia… ¡Qué momento menos oportuno! Me baje del auto sin que se me notara demasiado el coraje.
Escuche como Edward lanzaba un suspiro mientras le pagaba al conductor, yo que él no  le daba ni un peso… aunque pensándolo quizás fue para mejor, no era el momento adecuado o simplemente no debió de pasar.
Nos dirigimos en un silencio lleno de vergüenza y rabia por mi parte. Edward solo iba silencioso y muy pensativo.
Recogimos mi coche y conduje hasta el hotel “si es que se le puede llamar así” cancele la noche pasada y me trasladé a un departamento en forks que estaba en renta ya que Edward me lo recomendó. A parte de eso no hubo conversación alguna.
El departamento era precioso, me sorprendí de que me gustara, era espacioso, lujoso y hasta un poco moderno… nunca pensé que me gustase ese tipo de decoraciones, por lo general estaba acostumbrada a lo oscuro, antiguo…
Pero de verdad que me gustaba aquello. Mire a Edward quien tenía un brillo especial en la mirada. Me miro y sonrió.
-          ¿Te gusta?- pregunto mirándome los labios.
-          Sí. – Con suerte me salió la voz- ¿a ti?
-          Mucho…
Estuve segura que ya no hablábamos del departamento, lo cual me agradaba… y claro me ponía de nervios. Se acercó más y más y de un momento a otro lo tenía nuevamente pegado a mí, su efluvio me envolvía y enloquecía. Acaricio mi labio con mi pulgar.
-          Nunca antes había sentido esto por nadie, me tienes vuelto loco, eres preciosa…- murmuro con la voz contenida… mientras yo me derretía completa. – no sé si esto está bien o mal, lo único que sé es que ya no puedo esperar un instante más sin probar aquellos labios que me llaman a gritos.
-          Ni yo- confesé con la voz quebrada y sin aliento.
Edward sonrió de una forma encantadora para luego posar delicadamente sus labios contra los míos despegándolos un poco, todo mi cuerpo vibró como nunca lo había hecho antes. Mi cuerpo anhelaba el suyo, quería explorar más su sabor, experimentar.
Toque su labio inferior con mi lengua y fue allí donde Edward perdió el control, tomándome salvajemente por la cintura y pangándome a su pecho, haciendo que jadeara al instante mientras el jugueteaba con mi lengua y me hacía estremecer…
Nuestros jadeos se mezclaban en nuestras bocas produciendo que nuestros deseos por el otro fuera más frenético.
Comencé a caminar de espalda con Edward pegado a mi cuerpo y a mis labios. De pronto choque con una mesa y todo lo que había allí se calló al suelo… ¿o fue Edward quien los tiro? De todos modos no me iba a poner a pensarlo…
Edward me agarro de las caderas y me alzo hasta que quede sentada en la mesa con el entremedio y mis piernas entrelazadas en sus caderas. Estábamos desesperados hambrientos de amor y deseo.
Pero nuestra necesidad tendrá que esperar porque a un idiota se le ocurrió la maravillosa idea de llamar a mi celular justo en ese momento.
-          Contesta- susurro Edward con la voz agitada.
-          Déjalo así se aburrirán- comente mientras aceleradamente le quitaba los botones a su blusa.
-          Pueden ser tus familiares. Quizás quieren saber cómo llegaste- me congele. Aro, quizás lo mejor era contestar. Edward se apartó y yo me baje de la mesa. Busque en mi bolso y saque el móvil, claramente tenía razón era aro
-          bueno- conteste.
-          Hey querida pensé que no contestarías- mire a Edward quien tenía una mirada inescrutable
-          Eh… padre no puedo hablar ahora
-          ¿Qué pasa?- cambio el tono de voz al instante.
-          Veras… arrendare un apartamento y estoy con un amigo que me hice en la cuidad viendo los detalles- le guiñe un ojo a Edward quien me sonrió con complicidad y en el fondo de mi alma estaba rogando que aro entendiera y no dijera nada que me pudiera perjudicar.
-          Vale entiendo. Te llamo luego. Estoy muy orgulloso de ti mariana- aro era todo un maestro la había pillado al vuelo, Edward frunció el ceño quizás por el nombre dicho.
Colgué. La verdad yo no estaba orgullosa, de un tiempo para acá me había dado cuanta que para ser no solo se puede ser feliz con sangre y venganza… el amor era mejor mucho mejor que eso.
-          Todavía seguirás con la farsa que te llamas mariana – remarco la última palabra con un eje burlón.- a pesar de todo no podía revelarle la verdad MI verdad, me terminaría odiando y lo peor lo terminarían matando.
-          Así es como me llamo.- Bufo
-          Cuando te vas a quitar esa careta Isabella Swan- me enfurecí no solo por el hecho de que me haya llamado Isabella si no porque él tenía razón, yo era una careta algo falso, algo no real. No me enfurecí con Edward si no conmigo misma.
-          Escúchame, yo no recuerdo nada de mi pasado, nada- me saque un peso de encima al decirle al menos una verdad. Pero no sirvió de nada porque luego vino una mentira del tamaño de un buque- cuando desperté me he llamado mariana, y no quiero cambiar eso así que déjalo como esta- me miro receloso como si supiera que miento.
-          ¿Quién te llamo recién?
-          Mi padre- conteste al instante, era eso lo que le había dicho por el móvil.
-          ¿Segura?- pregunto de una forma en que me hiso dudar.
-          Claro… -conteste con soltura, más descarada no podía ser
-          ¿te das cuenta o no?
-          Cuanta de que- ya me estaba empezando a preocupar
-          Hoy en la tarde en el lago, me dijiste que no tenías familia ¿hasta cuándo con las mentiras “mariana”?- trague en seco ¿Cómo tan estúpida, como no me di cuenta, como se me pudo pasar un detalle tan importante?- me miro enfurecido mientras pasaban y pasaban los minutos.
-          Cuando te dignes a decirme la verdad. Me buscas- se dio la vuelta camino a la puerta mientras se abrochaba los botones que había logrado sacarle. Se me hiso un nudo en la garganta.
-          Claro que te voy a buscar, cuando te hayas casado- escupí aguantándome las ganas de sollozar. Él se dio la vuelta y me miro con angustia la furia se había desvanecido de sus ojos.
-          Bella- susurro con dolor. Oh no, eso sí que no, no iba permitir que me tuviera lastima primero muerta.
-          Vete Edward
-          Pero…
-          ¡Vete!
Se fue sin más cerrando la puerta de un golpe seco, seco así se encontraba mi corazón ¿de qué sirve el amar? Si solo te deja angustia en tu corazón
Me dejo allí sola, enfadada y con el corazón estrujado… se había ido. Una vocecita en mi cabeza preguntaba con desesperación ¿Por qué me preocupaba tanto por eso? Que más me da si él se va, o se queda, o si se casaba… estuve repitiéndomelo constantemente durante toda la noche, y durante todo el fin de semana. Pero algo me decía que no era tan fácil, era nueva en esto. Me debatía y resistía a admitirlo pero ¿admitir que? ¿Qué Edward Cullen me había vuelto completamente loco? ¿Qué me sentía como una chiquita asustada? ¿Qué de pronto me había llegados unas ganas enormes de salir de allí corriendo?  Y peor aún admitir que el lugar al que quería ir no era precisamente Italia.
Aro llamo a las dos horas después de que quedara el desastre. La verdad me enfureció su llamada, por su culpa todo había salido mal, por su culpa estaba como estaba, siempre alejándome de todo lo que me hacía feliz… me acobarde de ese pensamiento, y me estremecí al saber que al final igual lo sabría, cuando regresara ¿Por qué algún día tenía que volver no?
-          ¿Se puede hablar?- ahora pregunta pensé con ironía
-          Si aro si se puede.
-          Bien- silencio- ¿Qué paso?
-          Nada paso-respondí secamente y cortante
-          ¿Cómo que nada?-pregunto ya un poco molesto- por lo que me diste a entender estabas con uno de los Cullen, debo manifestar mi admiración, has sido muy rápida, ninguno de los vampiros a los que había mandado se les han acercado tan solo un poco, y mira tú en tan solo unas horas los conquistaste- me quede en silencio, ojala lo hubiera conquistado tan solo un poco, pensé más melancólica que antes, ojala hubiera sido capaz de despertar aunque sea un poco más de interés en él, en cambio lo único que conseguí fue que se fuera, que huyera de mi por mis mentiras y engaños.
-          No aro, no quiero elogios, todo salió mal luego de tu llamada- intente quitarle el veneno de mi oración al final, para que no se diera cuentas cuando de aquello me afectaba.
-          Cuéntame lo que paso- esta vez su voz había perdido el matiz de entusiasmo anterior.
-          Me encontré con Edward Cullen- al pronunciar su nombre se me estrujo el pecho- a tan solo una noche de haber llegado, hablamos un poco, me conto sobre su familia nada de importancia, me conto que se casara con una tal Tanya- mi pecho ardió- luego me pregunto por mi familia y yo le dije que no tenía, me ofreció ayudarme a buscar un apartamento en Forks ya que me estaba quedando en un hotel de seattle. Estábamos hablando- omití la parte del acalorado beso- luego llamaste tú, y yo te mencione como presunto padre, se enojó y se marchó por haberle mentido- termine con un nudo en la garganta.
-          ¡Demonios!- maldijo una y otra vez- está bien- me dijo cuándo se hubo tranquilizado- pero en tiempo en que estuviste con él ¿no te conto algo sobre algún don de la familia?- me calle y acobarde, si le mentía lo sabría apenas me tocara, pero aun así sabiendo los riesgos y consecuencias posibles le mentí.
-          No aro, nada,  solo me dijo sus nombres- el suspiro, al cabo de unos segundos hiso un comentario que me dejo paralizada
-          Te noto diferente, estas distante- este aro era increíble, lo notaba incluso por vía telefónica
-          No aro no me pasa nada, solo que me siento decepcionada de mi misma. – lo último era verdad
-          ¡Vamos vida mía! Has hecho un excelente trabajo, estoy orgulloso de ti, solo trata de conseguirme aunque sea un poco de información y serás adorada por todos como la diosa que eres, tranquila el trono te espera, ahora debo colgar Heidi ha llegado con  la comida, adiós querida.
Ni siquiera me moleste en despedirme simplemente apreté el botón de apagado. ¿Por qué ya no encontraba satisfacción en las palabras de aro? ¿Por qué ya no me importaba que me idolatraran?
La verdad me costaba trabajo admitir que todo lo que me estaba pasando fuera producto de Edward, aquel vampiro bueno, que tan solo en un día logro filtrarse en mí.
Durante el fin de semana tuve que ir a matricularme al instituto de Forks, la recepcionista me atendió de muy buena gana y me deseo suerte.
Ya estaba inscrita en el instituto, tenía un apartamento rentado, solo faltaba esperar a que se dieran las cosas por si solas. El fin de semana se me hiso eterno quería verlo, aunque fuera a la distancia y sabiendo que él no me quería ver.
El lunes por la mañana me encontraba ansiosa, nerviosa. Con los nervios a flor de piel, parecía cualquier humana adolecente, encaprichada por su primer amor de adolescencia.
Conduje hasta el instituto, fui una de las primeras en llegar, estacione el auto y salí, me había memorizado el mapa el día anterior, por lo que no anduve dando de tumbos por el establecimiento y me fui con paso firme a mi salón de literatura, que era la clase que me tocaba, el profesor me hiso presentarme, para mi desgracia, y todos lo niñitos del salón me quedaron mirando embobados. Eso no más me faltaba, pensé sarcásticamente. El día paso rápido, durante los cambios de clase pude interceptar el olor a vampiro por todo el instituto y el olor de Edward también, que era único. No me atreví a seguirlo, de solo pensarlo se me revolvía el estómago.
A la hora de almuerzo pude localizarlo al fin, se sentaba en una mesa al rincón con toda su familia, eran más hermosos de lo que se veían en las fotos incluso para ser vampiros, me senté lo más lejos posible mientras intentaba mantener una visión del periféricamente. Y me sumergí en mis pensamientos. No podía seguir así, tenía que irme de allí y luego, volver a Volterra a donde pertenecía, seguir con mi vida, seguir matando para vivir, y vivir para matar. Pero me reusaba, no quería, algo de mi había surgido… o despertado. Pero de solo pensarlo me deprimía. Sentía que ese no era mi lugar, no quería seguí matando mi alma, seguir envenenándola con odio, venganza, muerte.
-          ¡hola!- susurro una voz cantarina y entusiasta a mis espaldas, pegue un salto, estaba tan sumergida en mis pensamientos que no sentí su llegada- para ser vampira eres bastante despistada- volvió hablar con el mismo timbre de voz tan energético que hasta te levantaba el ánimo. Me di la vuelta. Alice. Estaba detrás de mí con una sonrisa enorme en el rostro, y detrás de ella estaba todo el clan Cullen incluyendo a Edward. Al verlo algo se estremeció en mí. Yo sonreí pero a Alice.
-          Hola. – susurre apenas.
-          ¿Nos podemos sentar?- pregunto con los ojos brillante ¿a qué iba tanta emoción? Me pregunte confundida
-          Claro- Se sentaron todos, Edward no me quitaba la vista de encima su mirada era inescrutable, tanto que me hacía sentir nerviosa.
-          Yo soy Alice- canturreo- él es Emmett, Rosalíe, Jasper y Edward. – me los presento en todos vi una radiante sonrisa menos en Edward. Eso me entristeció pero no por ello lo daría a demostrar
-          Yo soy mariana González- me molestaba usar ese nombre. Edward miro hacia otro lado disgustado, más bien enfadado. Me pareció como si Jasper también se hubiera enfadado pero no estaba segura
-          Eh… -Alice me miraba con unos ojos que no supe interpretar- ¿mariana? – Pregunto extrañada- juraría que tú eras bella la chica que desapareció hace 120 años- trague en seco y Edward me miro con una ceja alzada, se veía increíblemente sexy, ¡concéntrate bella! Me recrimine.
-          Prefiero no hablar de eso ahora- no lo iba a negar más, aunque me llamara bella eso no era una prueba que era una Vulturi.- Edward no podía creer que no lo hubiera negado pero Alice al menos me entendió.
-          Ok… hablemos de otra cosa- sí que me caía bien, presentía que nos llevaríamos bien.
-           Sabes… ¿te puedo llamar bella aunque sea de sobrenombre?- me lo pensé un rato.
-          Esta bien- susurre resignada total a mí tampoco me gustaba el otro nombre.
-          Gracias- sonrió- como decía, me causas mucha curiosidad, sobre todo tu historia, pero no puedo ver nada sobre eso, solo vi que no eras una amenaza- estaba confundida
-          ¿Qué? ¿De qué hablas?- mi corazón muerto reacciono ante la respuesta procedente de otra voz
-          Alice puede ver el futuro, ese es su don- Alice sonrió ante mi cara de perplejidad y admiración. -   ella ve el curso en que sucederán las cosas, depende de las decisiones, si la persona cambia de decisión el transcurso de la historia cambia, y parece que tú has tomado muchas decisiones cambias y vuelves a cambiar. Desapareces en las visiones y vuelves a aparecer ¿Qué escondes?
          ¡Edward! – Alice y Emmett lo reprocharon pero el no quito su inquisitiva mirada de mí. Pero yo no lo tome en cuenta. Tenía muchos pensamientos en la cabeza. Alice estaba en peligro, fue mi principal pensamiento. Aro se volvería eufórico si se enterara de esto, la querría si o si a su lado, y a pesar de los pocos minutos hablando con ella no quería que pasara por lo mismo que yo.
-          ¿Has espiado mi futuro?-  le pregunte incrédula a una avergonzada Alice.
-          Es solo por precaución, además me cuesta verte, no es tan sencillo ¿Por qué? –pregunto confundida y frustrada. Yo sabía la respuesta claro… con el tiempo mis dones fueron aumentando, por lo que me había explicado aro hace un tiempo mi don de bloquear todo lo que podría afectarme mentalmente se había incrementado, no de forma física si no de cosas que no fluyen ninguna  de las dos, como por ejemplo lo de Alice. Pero no funcionaba al igual que lo otro,  aquí yo tenía que activarlo, protegerme, no era instantáneo como mi escudo habitual. Y así lo hice. Me protegí, fue impresionante la energía que sentí, pude ver cómo me protegía, y también vi como Alice se quedaba en blanco.
-          ¿Qué paso?- pregunto con un gemido aun mirando al vacío. No pude evitar reírme. Era una risa normal, espontanea, no la risa cruel que habitaba a utilizar.
-          Pasa- insinué pagada de mi misma – que se acabó de andar espiando mi futuro sin mi consentimiento- termine con una sonrisa y cruzándome de brazos y piernas mientras los miraba. Edward y Alice estaban boquiabiertos mientras Jasper Emmett y Rosalíe  confundidos.
-          ¿tu hiciste eso?- pregunto Edward. Sonreí
-          ¿qué hiso que?- Emmett estaba frustrado.
-          Alice está bloqueada no puede ver el futuro de bella.
-          No solo ustedes tienen dones- dije yo. Edward me sonrió.
-          ¿Cuál es tu don?- Alice me pregunto maravillada
-          Dones – corregí con otra sonrisa. Edward alzo una ceja. Pero yo me arrepentí, no me convenía que supieran tantas cosas de mí – pero ya me tengo que ir.
-          Aun no tocan – salto Edward a la defensiva, pareciera que no quisiera que me fuera, de tan solo pensar la idea sonreí sin poder evitarlo.
-          Lo sé pero, tengo que hacer, además podremos hablar otro día.
-          Esta tarde- proclamo Alice entusiasta.
-          Si… - dijo Emmett- así conoces a Carlisle y Esme
-          Claro… nos vemos a la salida
-          Ok adiós bella.
-          Adiós
Todos se despidieron menos Edward
-         ¿Podemos hablar?- me pregunto con la vista gacha
-          lo siento Edward pero no creo que sea conveniente- los hermanos Cullen habían dejado de caminar y se quedaron mirándonos extrañados.
-           Bella lo siento mucho de verdad, yo no debí de haber reaccionado así, debí de entenderte darte el tiempo para que confieras en mí, y no haberme enojado como un niño. – dios cuanto soñé escuchar esas palabras, pero ese no era el momento.
-          ¿Ustedes se conocían?- pregunto Alice desde un poco más allá, pero ya caminando hacia nosotros. Se me encogió el estómago. Yo me quede en silencio.
-          ¿Edward?- a esa altura habían llegado todos y nos habían acorralado en un rincón. Supe que no teníamos escapatoria.
-          Ves- lo regañe muy bajito- eso te pasa por hablar en momentos en que no debes- pero creo que no pase desapercibida ya que todos me miraron aún más confundidos.
-          ¿Edward Anthony Cullen puedes explicar lo que está pasando?- Alice aparento estar enojada pero la sonrisa en sus labios la delataba- ¿Habías hablado con bella antes?
-          Mmm un poquito- susurro apenas Edward
-          ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué no nos habías dicho?- justo después de esa mar de pregunta sonó el timbre indicando el final de la hora de la comida y el inicio de las últimas cuatro horas de clases.
-          Salvada por la campana- canturrie y pase por al lado del enorme cuerpo de Emmett- me tengo que ir a clases.
-          Ok- dijo Alice- se salvaron pero luego me tendrás que contar todo- me lo dijo como si fuese una obligación. Sonreí aun más.

Me dirigí a mis clases. La de español fue una completa tortura, bueno que clase no lo es cuando te sabes todo el contenido de memoria… estuve pensando todo el tiempo en la conversación en el comedor, debía admitir que en ese momento me encontraba en una paz espiritual que nunca pensé estar, lejos de toda maldad, y cerca de lo bueno.
Me sentía otra persona, corrección pensé,  era otra persona, y había algo que me inquietaba desde que conocía a Edward. Mi pasado. ¿Estaba preparada para buscar respuestas? Era la pregunta que mi mente se hacía constantemente.
En el caso en que no lo estuviera ¿cómo afrontarlo? Porque de alguna forma tenía que hacerlo, tarde o temprano.
Había otra cosa que me quitaba la tranquilidad. Edward. Él se casaría y yo no sabía qué hacer. Sentía que lo único verdaderamente puro que había conocido se me iba entre los dedos, cada cosa, cada mentira que decía lo alejaba más de mí, y me desesperaba, pero tampoco le podía decir la verdad, me terminaría odiando pero tampoco me iba a arriesgar a ponerlo en peligro más de lo que ya estaba.
Lo mejor era irme de allí, solo con mi presencia lo ponía en peligro… pero no era capaz, lo necesitaba con fervor.
¡Pero si se iba a casar!... ¿y qué? Me pregunte de repente, la ley del más fuerte ¿no? No podía quedarme cruzada de brazos, mientras que probablemente el amor de mi existencia se iba con otra.
Lucharía por él, hasta que no me queden fuerzas, buscare mi pasado, desenterrare mi verdad. Y cuando llegue el momento Edward sabría todo sobre mí…

Ojala para ese entonces no sea demasiado tarde.

domingo, 30 de junio de 2013

1/3 capitulos ya publicados de rescatame de aqui

 Buuu apareci xD lo siento chicas por la eterna demora, no me voy a justificar de ninguna forma, soy una vaga y lo admito, pero bueno aqui esta la primera de 3 parte de  los capitulos de rescatame de aqui, que ya han sido publicados. les agradesco que sigan las historia y al blog, les hice algunos arreglines por ahi. besos mis queridas y publicare un capitulo cada dia hasta completar los tres.. bye <3




Summary: ¿Qué hubiera pasado si bella hubiese sido desde el principio una inmortal? Y no tan solo inhumana sino, perversa, mala, cruel ¿Edward la hubiera amado? ¿Qué hubiera pasado si bella hubiese sido una Vulturi?
Prologo  
¿Mi pasado? Incierto, oscuro e inestable. No recuerdo nada a veces cuando me concentraba mucho, recordaba pequeñas imágenes, como si estuviera viendo fotos: una en un Porche, bajo la fuerte luz del sol, que llegaba a resultar cegador, otra imagen era muy distinta, un bosque, de helechos húmedos, lleno de musgo y verdor, a veces recordaba a un hombre, con una chaqueta de cuero, y una placa de policía, pero hasta ahí llegaban mis recuerdos, que antes no existían, y que poco a poco, durante estos 120 años de mi existencia, han salido a la luz.
¿Mi presente? Poder, crueldad, ambición, asesinatos, venganza, sangre y… perfecto.
¿Mi nombre? Isabella Marie Vulturi.
Primer capítulo: así soy yo…
-          Félix ya déjalo ¿OK?- lo fulmine con la mirada- lo voy a hacer y punto, estoy al mando y es mi trabajo, ya déjame de molestar.
-          Pero yo sé que no te gusta eliminar a niños vampiros.
-          Si, es verdad, pero es una orden de aro, y tenemos que obedecerle.
-          Por favor Isabella, sabes perfectamente que si le dices a aro, que  quieres liberarte esta misión, te va a deja, eres su preferida- puso los ojos en blanco- su intocable Isabella.
Después de aro, cayo y marco, incluso antes de las esposas, yo tenía que ser igualmente de respetada y obedecida, sin ningún pero. Mi capa era igual de oscura que la de ellos. No sé si aro me quiere tanto como dice, mi persona o por mis dones, que le servían de mucho, ya que uno me hacía y nos hacía inmune a todos, como un escudo, que nos protegía de todos los                                 dones que tuvieran que ver con la mente. Mi segundo don es todo lo relacionado con la naturaleza;  agua, fuego, tierra y podía manejar también el clima.
-          señorita Isabella, aro la llama, con urgencia- me dijo Eleazar
-          vamos Eleazar, me puedes llamar de tu, eres muy querido para mí y lo sabes.
Eleazar es el vampiro que me encontró, al borde de la muerte. Según lo que me dijo jane, no fue por eso, simplemente me convirtió porque según el don de Eleazar, yo podía servir de algo, su don era saber, que dones tenían los demás, aunque era más difícil siendo humana, al parecer yo me manifesté muy bien, como para que aro quisiera conservarme, me alegraba que jane, mi mejor amiga, me lo hubiera confesado.  ¿Yo? ¿Convertida por lastima? ¡Ja! Si claro. Cualquier otro vampiro estúpido, hubiera usado esa información para lastimarme, nunca se daban por vencido, en los 120 años que soy una Vulturi, he matado a una suma incontable de vampiros, ¿Qué acaso nunca iban a entender? Yo era inmune, tanto físicamente, psicológica y sentimentalmente, nada entraba en mí. Gracias a Eleazar era una vampira, fuerte, letal, invencible, hermosa, rápida, sedienta de sangre y crueldad, y me gustaba, me gustaba que los demás se arrodillaran ante mí, pidiendo piedad, que me idolatraran, me gustaban ver a mis presas retorcerse de dolor en mis brazos, me satisfacía enormemente ver mis ojos en el espejo, inyectados en sangre… no sé por qué soy así, a los principios de mis años como inmortal, era sensible, temerosa, cobarde y estúpida, me dolía ver como eliminaban a los otros vampiros, y me destrozaba mí ya corazón muerto, ver a los humanos, con sus ojos ahogados en miedo, rogándome con la mirada que no acabara con sus vidas, verlos corriendo por la habitación de Volterra , intentando sin éxito sobrevivir, ver como se cerraban sus ojos, ya sin vida, mientras yo le extraía su sangre. Ahora cuando pensaba en eso me parecían puras idioteces, cursilerías sin razón, esta era mi naturaleza, yo soy el depredador y ellos mi presa, simple ley de la vida, todos los humanos tenían que pasar por el siglo de la vida, solo que yo se los adelantaba, ahora simplemente los veía como un rebaño de animales, que se alejaban de ti por instinto, para mi incluso era divertido. Quizás me convertí en un monstruo porque así aro me lo inculco: nosotros éramos los dioses, ellos y el exterior piezas que podíamos manipularlos a nuestro antojo y voluntad, esta soy yo y nadie me puede cambiar ya es demasiado tarde…
-          Gracias Eleazar, ya voy.
-          Le avisare a aro- me respondió con una sonrisa.
-          No, vete a alimentarte.
-          Pero…
-          Pero nada… Demetri - llame- ve y avísale a aro, que en un momento estoy con el
-          Por supuesto señorita- diciendo esto salieron los dos de la habitación, me quede sola con Félix… bueno a excepción del grupo de tomas
-          Oye bella- comenzó a decir Félix, mientras nos girábamos a hacer nuestro trabajo.
-          Trata de no llamarme de  cuando estemos con gente Félix- le dije fríamente- a no ser que quieras que le lleguen con el cuento a aro- Félix me miro, como queriendo averiguar si esta bromeando o no, al ver que no, se empezó a inquietar.
-          Pero bella, tu misma me dijiste que te llamara así.
-          Yo no he dicho otra cosa, solo estoy diciendo que no te conviene que los demás te escuchen.
-          ¿intentas decirme, que si aro, se entera de que te tuteo, no me defenderás?
-          Obvio… que no Félix! ¿Cómo se te ocurre?
-          ¿Por qué no?
-          Por que los demás perderán el respeto que me tienen, me caes bien, pero eso no significa nada.
-          Ajajá… no vas a cambiar nunca
-          Nunca- reafirme
-          Ya… pero no me desvíes el tema, yo quería decirte algo
-          ¿Qué pasa Félix?-  pare de caminar
-          Yo solo me preguntaba si no te abrías aburrido ya, de que todos te llamaran señorita, si acaso no te llamaría la atención el señora vulturi.
-          Ahí  Félix, no empieces otra vez con eso, sabes que entre tú y yo no va a haber nada
-          ¿Por qué no?
-          ¡por que no y punto, ya déjame en paz! Además aro te arrancaría la cabeza- se estremeció yo le sonreí
Giramos y quedamos al frente de tomas, marco y Cristopher, unos niños adorablemente hermosos, con hoyuelos marcados en sus mejillas, sus ojos rojos nos muraban asustados, esto era lo único que no me gustaba de mi trabajo, deshacernos de niños inmortales, al fin y al cabo no era su culpa, ser convertidos, había intentado convencer a aro, de que no era necesario matarlos, eso era a lo único que se había negado a consentirme, me quedaba el consuelo que a sus creadores los veía arder en las llamas del fuego.
-          ¿Qué nos van a hacer? Sollozo Cristopher- me arrodille junto a él y lo mire a los ojos.
-          Nada niño, no te preocupes- luego comencé a hablarle a los tres- nada les pasara, por favor, cierren sus ojitos y piensen cosa lindas, recuerden a sus familias, para que así se puedan tranquilizar y podamos hablar calmadamente.
Todos asintieron tomas fue el primero en cerrar sus hermosos ojitos, los otros dos lo quedaron mirando con miedo, luego marco siguió su ejemplo pero Cristopher me quedo mirando fijamente con la desconfianza llameando en sus ojos, yo le dirigí una sonrisa alentadora, y por fin cerro sus ojos. Poco a poco fueron apareciendo en sus adorables rostros unas sonrisas de felicidad. Le hice una indicación con la cabeza a Félix, que de inmediato reacción agazapándose, en menos de un segundo, no lanzamos a por los pequeños inocentes.

Estaba en mi grande y lujosa habitación, recordando como poco a poco, una a una, esas adorables sonrisas de esos angelicales rostros, fueron desapareciendo, mmm lastima, pero yo no podía hacer nada por ellos. Me levante y fue en busca de mi maleta de viaje, comencé a empacar mis cosas mientras recordaba mi conversación con aro,
-          ¡querida!- Exclamo aro en modo de saludo, en cuanto me vio entrar, al salón.
-          ¿Cómo estas aro?
-          Excelente, ahora que te veo solo le sonreí.
-          ¿Para qué me querías aro?
-          Mi querida bella, necesito pedirte un favor, enorme, y sé que eres la única capaz de lograrlo
-          Claro, aro para eso estoy.
-          Es importante, que sepas que esta no es una misión cualquiera, es una misión que posiblemente, sea la más importante que vayas a hacer- me sorprendí de eso, y me dio una pizca de entusiasmo, me encantaban estos trabajos.
-          Sabes que eso no es problema para mi aro, ¿a cuántos ahí que matar esta vez?
-          Jajaja, sé que no es un problema para ti quería, pero como te dije esta no es una misión cualquiera, esta vez no vas a matar a nadie, e iras como Mariana González – ¿Qué demonios?
-          Espera, espera… ¿mariana? ¿y mi nombre? ¿Por qué no puedo usar mi  nombre  aro? – vacilo bastante antes de responder a mi pregunta.
-          He… mmm… no es seguro, como te dije esta misión no es de llegar y matar, este es un trabajo importante bella, te escogí a ti porque eres la mejor.
-          Ok, aro dime ya que es lo que tengo que hacer
Quería que me dijera de una vez todo, mi curiosidad aumento a mil, sobre todo por el nombre, aro siempre decía: chicos siempre den a demostrar quienes son, que el apellido VULTURI se escuche en todos lados, entonces ¿Por qué demonios quería que me presentara por mariana? Sin duda esta seria, como bien dijo el, una misión importante, y yo era la única capaz de hacerlo, o si no, no me hubiera elegido.
Tomo una de mis manos y me guio por un amplio pasillo, bajamos unas escaletas, giramos hacia la derecha, y entramos en la torre prohibida, nada de esa torre yo conocía, pobre del estúpido vampiro que vieran por estos lugares, porque no alcanzaría a decir ni mu, y ya estaría en el infierno. Llegamos a una puerta hecha de madera, y fierros.
-          Isabella – me hablo serio- esta habitación es mía- me quede boquiabierta, según decían, nadie nunca, había entrado a ninguna de las habitaciones de los amos, y menos en la de aro, y ahí estaba yo, parada en la puerta de aquella sección prohibida, y nada más ni nada menos que con el mismísimo dueño.
-          Pero aro esta sección está prohibida, para todos.
-          Bella- me miro a los ojos, y coloco sus manos en mis hombros- tú no eres todos tu eres una y única, tienes que darte cuenta que eres la única que ha entrado a mi habitación, aparate de mi esposa claro, sé que no me estoy equivocando. Quiero que sepas, que de todos en la guardia, seas la única, en que yo podría confiar con los ojos cerrados, y por eso mismo estamos aquí.
No sabía que decir, me encontraba muda. Sabía que él me consideraba unas de las más fuertes, pero nunca se me paso por la cabeza, que me tuviera confianza.
Abrió la puerta con una llave muy antigua, como toda la torre, me indico que pasara con la mano, y así lo hice. La verdad no sé porque me sorprendió tanto, dentro era muy lujosa, no como la torre, aunque igual tenía un estilo antiguo, pero era preciosa.
-          Guau aro, es hermosa tu habitación.
-          Tu tendrás una así, una como quieras, tendrás todo lo que quieras, si me haces bien esta  misión.
-          ¿lo que yo quiera?
-          Si – lo pensé en un instante… ¿lo que yo quiera? Pero… ¿Qué era lo que yo quería? Si ya lo tenía todo.
-          Incluso te puedo convertir en uno de nosotros.
-          ¿Cómo? pero si ya soy una Vulturi ¿o no?
-          Jajaja, claro querida ¿acaso lo dudas?- no me dejo responder- me refiero a unirte a nuestro trio- apenas menciono lo del trio me di cuenta a lo que refería, estaba atónita- serás una de mis hermanos, si haces bien lo que yo te indico.
-          Pero aro, ¿me estás hablando en serio?
-          ¿tú crees que yo alguna vez no he hablado enserio? Bella la gloria y todo el poder que quieras será tuyo.
-          Pero ¿y tus hermanos?
-          Ellos ya están al tanto, pero por el momento hablaremos de tu misión- asentí con la cabeza- veras en la península de Olympic, al noroeste del estado de Washington, está un pueblecito llamado, Forks, ahí está mi nueva  amenaza- camino hasta un mueble, y lo abrió con una llave pequeña, saco un sobre grande amarillo y me indico que me sentara en su inmensa cama, le obedecí y tome lugar, él se sentó a mi lado- toma- me paso el sobre y lo abrí dentro había muchas fotos, saque la primera donde había un hombre que ya conocía, con su pelo rubio, y extremadamente hermoso, antes de que yo dijera su nombre aro me gano- él es Carlisle, el líder de ese aquelarre, quiero que en el mantengas mayor vigilancia, tengo la leve sospecha que puede estar armando un ejército en mi contra, mira prosigue con las fotos- en la siguiente había una mujer, con rostro de corazón, en su rostro, lo que más llamaba su atención era una sonrisa adorable y muy  maternal, en ese momento no sé qué me ocurrió, pero se me apretó el pecho, era como si estuviese viendo a la madre que me hubiera gustado tener, puras tonterías – ella es Esme la esposa de Carlisle, y madre de muchos de los que veras a continuación, tanto ella como Carlisle son el centro del aquelarre-  saque otra foto del sobre, en ella había un hombre de pelo negro corto, su físico era extremadamente grande y musculoso, parecía un oso, y tenía una sonrisa burlona en el rostro, unos de sus fuertes abrazos, sostenía la cintura de una mujer extremadamente hermosa, nunca había visto tal belleza en una persona, ni siquiera una vampira como ella, tenía un pelo rubio que caía ondulado y a cascadas hasta su cintura, que era pequeña y definida como todo su cuerpo, su rostro era hermoso, con rasgos súper finos y perfectos.- él es Emmett, el más fuerte de los integrantes de aquel aquelarre, pero a la vez es un niño, aunque muy protector, y del todo infantil… ella es Rosalíe, su única arma es la belleza, como ya te abras dado cuenta, y su debilidad es su ego, y su pasado. Saca la otra foto por favor. Ella es Alice y él es Jasper- en la foto había una mujer o casi niña por su altura, de pelo negro corto y con mechones apuntando a todas direcciones, era tan flaquita, como un fideo, pero al igual era hermosa, no sabía por qué me impactaban tanto sus apariencias, si yo conocía a muchos vampiros, y sabía perfectamente que esa hermosura era a causa del vampirismo. Sus ojos destilaban alegría y emoción. El chico tenía un color en el pelo, entre rubio y castaño, era un rara mezcla, como miel, y su rostro era serio, en sus ojos solo se veía un felino, me agrado el chico- de ellos no se prácticamente nada, sobretodo de Alice, sé que Jasper, estuvo en unos de los ejércitos de neófitos al sur, y se salvó de la extinción. Saca la última foto, luego las otra las podrás ver en tu habitación- saque la foto, y fue la única en la que me quede sin respiración, era un vampiro extremadamente hermoso, nunca antes había visto una belleza igual, me daban ganas de devorarme la foto, su pelo era de un color que rara vez había visto, un color cobrizo y su peinado era desaliñado, unas pestañas largas y unos ojos dorados ¿dorados? Jajaj entonces no era un vampiro, pero ¿y las ojeras? ¿Y su piel  pálida? Además un humano no podía ser tan hermoso. Aro interrumpió mis inquietantes pensamientos- él es Edward- mmm bonito nombre- él fue el primer hijo adoptivo de Carlisle, y también unos de los más queridos, tampoco he averiguado mucho sobre él, pero al parecer, es uno de los más importantes- nos quedamos unos ratos en silencio, mientras volvía a revisar las fotos, y esta vez me percaté de que todos tenían los ojos dorados, aunque en distintas tonalidades.
-          ¿aro?
-          Dime querida
-          Ellos son vampiros cierto
-          Jajja obvio, o si no me daría tanto la molestia de investigarlos.
-          Y entonces ¿Por qué todos ellos tienen los ojos dorados?
-          Ah! Eso es porque ellos beben de la sangre de animales.
-          ¡¿Qué?!
-          Eso querida.
-          ¡qué asco! – aro sonrió y me miro como cuando mira a sus preciosas joyas- ¿Por qué lo hacen?
-          Por qué le dan lastimas los humanos, creen que son personas como nosotros.
-          ¡Pero eso es una tonterías! ¡Tú me dijiste que ello no tenían sentimientos!
-          Si, y es verdad, yo aún no lo logro entender.
-          Ok… cambiando de tema, ¿cuál es mi misión? Todavía no me la has dicho
-          Quiero que vigiles de cerca a todos ellos, quiero ver si se vuelven una amenaza, quiero ver que tanto peligrosos se pueden volver, quiero saber si tienen dones, si fuera el caso, quienes no y quienes sí, y cuantos.
-          A ok, ¿pero de donde sacaste estas fotos, como sabes tanto?
-          Porque he mandado a un par de inútiles que siempre los terminan pillando, y se que tu serás mucho más inteligentes que ellos.
-          Ni lo dudes, otra pregunta ¿Por qué no vas personalmente y se los preguntas?
-          Al principio lo pensé, pero por falta de tiempo envié a otros, a quienes los pillaron, y se esparció el rumor que los Vulturi los querían fuera de su camino, solo porque su número de integrantes crecía, y no dijo que no sea cierto,  pero tampoco me puedo arriesgar a que lo crean
-          Ok… confía en mi aro, no te decepcionare.
-          Si lo sé, ahora ve a prepararte- me limite a salir con el sobre.
-          Ah! Bella- me llamo, se me había olvidado, que tonto soy, el apellido de ellos es Cullen… y es muy importante que si ves que es una amenaza para mí, los elimines inmediatamente
No sé por qué pero esa parte del plan no me gusto, que idiotez más grande, no quería. Pero lo haría, aunque de eso dependiera mi vida. Era un reto, una simple misión. Antes de salir de aquella grandiosa habitación le asentí con la cabeza a aro.
La maleta ya estaba lista, en menos de 5 minutos, ya estaría camino al aeropuerto.
-          Pensé que te gustaría esta misión- me comento aro en mi habitación- pensé que te gustarían los retos fuertes, que estuvieran a tu altura… - me gire sorprendida, él estaba sentado en mi cama.
-          ¿Por qué me dices eso? Claro que estoy feliz.
-          Mmm… es que te noto rara, algo te molesta, te perturba, y no sé qué es- extendió una de sus manos hacia mí, con la palma abierta- ¿me harías el honor mi preciosa Isabella?
-          Aro… no es necesario, estoy bien- trate de sonar lo más convencida posible.
-          Querida, quiero saber qué es lo que te inquieta- con un suspiro le entregue mi mano, retirando completamente el escudo de mi mente, quedándome desnuda, bueno al menos así me sentía, aro se concentró por algunos segundos.
-          Asombroso- exclamo- como siempre me pasa, me deleito con tu mente, eres impresionante… mmm…. Así que te preocupa Forks, no entiendo por qué te atormenta tanto, ya sabes que es allí donde te encontramos, yo mismo te lo confesé, además ya acudiste a ese lugar buscando respuestas – lo mire con horror- sí, sí, ya sé que fuiste hasta allí, como también sé que no encontraste nada, que pudo haberte servido de algo- me tranquilice-  así que tranquila, ahora dudo que encuentres algo, nunca he conocido a un humano que haya vivido más de 120 años, como para que te hubiese conocido, y te cuente sobre lo que más temes, sobre tu pasado.
-          Tienes razón aro, ahora mejor me voy no quiero encontrar un vuelo muy tarde.
-          Bueno, pero antes Alec quiere hablar contigo, voy a hacer que lo llamen.
-          Gracias aro
-          Gracias a ti querida, y cuídate mucho- se despidió depositando un beso en mi frente- recuerda cualquier novedad me llamas- se quedó pensando por un momento- y si recuerdas algo también- solo le asentí.
Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no sentí llegar a Alec, hasta que sentí como sus brazos rodeaban mi cintura, y sus manos acariciaban mi abdomen, y bajaban hacia mi entrepierna, suspire.
-          Alec…no puedo, me tengo que i-r… - no pude terminar la frase con coherencia, ya que sus manos restregaban mi clítoris.
-          Vamos bella, déjate llevar- susurro sensualmente en mi oído- una pequeña despedida… quizás cuanto tiempo estés fuera y yo aquí solito, extrañando tus besos, tus caricias, tus gemidos… -
Comencé a respirar agitadamente, aun sabiendo que no necesitaba el aire. Alec me apretó más contra su cuerpo, solté un jadeo intenso, cuando sentí su enorme excitación pegada a mi trasero, eso fue mi perdición y ya no aguate más, necesitaba a Alec, necesitaba tener su miembro dentro de mí, sentirlo salir y entrar en mi interior, sin descanso.
Me di la vuelta y comencé a besarlo apasionadamente, mientras desgarraba su camisa, que cayó al piso hecha trisas. Lo empuje hasta que callo en mi cama y se quedó recostado, mirándome con deseo y lujuria, comencé a gatear hacia su boca, dejando pequeños besitos húmedos por todo su abdomen, su pecho, su cuello, hasta que llegue al lóbulo de su oreja, que mordí gimiendo en su oreja.
Emitió un gruñido de excitación, que provoco que allí abajo, me humedeciera más. Alec puso sus manos en mi trasero, alzándome y sentándome en su abultado amigo, con mis piernas una a cada lado suyo, lo bese mientras el acariciaba y apretaba mi trasero, restregando mi zona intima contra su miembro, donde sentía miles de pequeñas descargas eléctricas, recorrer mi parte baja y mi columna.
Le saque el cinturón a velocidad vampírica, quería tener su pene dentro de mi cuanto antes.
Alec pareció darse cuenta de mi estado de ánimo, ya que rajo en un segundo mi traje de viaje dejándome completamente desnuda, no me di ni cuenta cuando le saque su pantalón, dejando su maravilla a mi merced.
Tome su miembro en mis manos y comencé a masajearlo.
-          Oh!!… dios mío bella- reí internamente, seguro que él creía en dios.
-          ¿te gusta?- pregunte sensualmente.
-          Mmm…- Alec me apretó las caderas con fuerza, tratando de contener un gemido, pero no puedo retenerlo y se le escapo entre los dientes.
-          Vamos Alec… dime que si te gusta- le presione, mientras mi mano aumentaba la presión y velocidad alrededor de su pene, haciendo que se retorciera debajo de mi cuerpo.
-          ¡¡si bella!! ¡¡Sí!! ¡Por los mil demonios! ¡No me gusta, me vuelve loco, me desquicia! ¡Cómo me desquicias tú!
Me excito demasiado que gritara de esa manera todo lo que yo le provocaba. Alec comenzó a acariciar mis muslos, mis caderas, subiendo hacia mi abdomen, y luego mis pechos, que apretó ligeramente y jugueteo con mis pezones, produciendo en mí, débiles gemidos.
-          Demonios bella, quiero poseerte ya no aguanto más.
No necesite más palabra para tomar su miembro y colocarlo en mi entrada, luego cuando estuvo asegurado, coloque mis manos en sus hombros, y me deje caer abruptamente, haciendo que entrara del todo en mi interior.
-          Ahh!! – jadee y comenzó a cabalgar a Ale
-          Bella oh! Bella- Alec no para de gemir
Sentí una presión en la parte más baja de mi abdomen, que quería ser liberada, Salí casi del todo del miembro de Alec, para luego dejarme caer, fuerte, rápido, duro.
Haciendo que los dos gritáramos de placer.
Sentí Alec comenzó a crecer en mis paredes vaginales, y como estas apretaban el miembro de Alec.
-          Oh!! Bella me co… roo
-          ¡¡Vente!!
Alec se vacío dentro de mí, luego que ambos hubiéramos disfrutado de un exquisito orgasmo.
Me Salí del miembro de Alec, y me dirigí a mi armario, me voltee a ver a Alec que estaba acostado en mi cama, con las manos detrás de la cabeza.
-          ¿a qué esperas?- le pregunte
-          ¿Qué? ¿a qué te refieres?
-          A que ya tuviste la despedida… ahora me tengo que ir, así que agradecería que te marcharas- Me quedo mirando con los ojos entrecerrados.
-          A veces te pasas Isabella… conmigo no tienes que aparentar ser tan dura.
-          Yo no aparentó, yo soy- se paró en un segundo y se puso una bata que tenía colgada en una percha- para la otra me dejas con ropa- me gruño el ojo y me sonrió. Alec nunca se enojaba por nada. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla- igual te amo
-          Pues yo no ¡vete!- le dije con toda la frialdad que. Alec me volvió a sonreír y se marchó.
Me puse un vestido rojo ajustado al cuerpo,  unos tacones negros y joyas muy pronunciadas… parecía puta pero me gustaba, saque mis llaves de mi auto, y Salí del castillo...
El cielo estaba totalmente soleado. Con mi don retire el sol, y puse la nubes, para que me taparan de los pequeños rayos.
Me subí a mi auto y me fui camino al aeropuerto, mientras las puertas de Volterra se cerraban a mis espaldas, aunque sabía muy bien que se abrirían, en cuanto pusiera un pie de nuevo, en Volterra, mi querida ciudad.
El vuelo había sido fastidioso y doloroso, no me había alimentado en mucho tiempo, y el ambiente en el avión me torturo, el aire esta cálido, muchos corazones latiendo, bombardeando sangre hacia sus cuerpos, esa sangre que permitía saciar me sed. Pero no podía, la moral no me lo permitía, tenía que controlarme, aunque sería muy fácil asesinar a todos en el avión, y muy tentador, un banquete de los dioses. Pero necesitaba llegar a Forks, y acabar con esta misión de una vez por todas, para luego volver a Volterra a mi hogar, y convertirme en una más de la familia de la realiza.
Mi nombre seguiría reconocido temido y respetado en cualquier parte del mundo, ese siempre ha sido mi sueño, siempre, y aro lo sabía por eso me ofreció eso a cambio.
Por fin llegue al aeropuerto de Seattle, fue un alivio mental ver que está lloviendo, ya que a todas parte donde iba tenía que usar mi don, con el paso de los años resultaba un fastidio. Aunque no me extraño, antes ya había venido aquí, específicamente a Forks, buscando respuestas, buscando mi pasado, que hasta el día de hoy me atormenta, ¿Por qué no recordaba nada? No recordaba nada, absolutamente nada, y me frustraba, me frustraba a sobremanera, me hacía sentir débil vulnerable, pero hace algunos meses atrás había decidido dejar todo atrás, con pasado incluido, y disfrutar mi presente y futuro, mi gloria y mi triunfo al máximo. Pero volver al mismo lugar donde había vivido mi humanidad provocaba algo en mí.
Aunque claro no podía comparar esta vez con la anterior, antes estaba asustada, que digo asustada, estaba aterrorizada, hasta traumatizada, pero era una novata vampira, frágil y débil emocionalmente, dolida por no tener un hogar, un padre o madre, despertar de un día para otro, sin recordar nada, solo una bruma negra que te aplastaba la cabeza, cada vez que intentaba recordar algo,  rodeada de vampiros hostiles, que buscaban cualquier momento para matarte, y que salieras de su camino, así fue como me convertí en lo que soy actualmente, matado para sobrevivir, matando para alimentarme, matando para surgir. Ahora era diferente me endurecí, nada me penetra el alma, porque yo estoy segura que todo los vampiros tenemos alma, o espectros de ellas, estoy segura que ahí cielo y infierno, y también segura que yo me iré al infierno…
Ahora cuando vuelvo a esta tierra… esta cuidad… no siento miedo como la última vez, solo un presentimiento raro, que no me gusta, no me agrada, y me atormenta. Sentía que mi vida cambiaria, y el hecho mismo me aterraba.
Tuve que pasar la noche en un hotel de la cuidad, ya que mi auto tardaría en llegar unas doce horas más, me quede toda lo noche pensando en los pros y los contras de extraña misión, había algo en especial que me inquietaba ¿Por qué demonios tenía que usar otro nombre? “Mariana González” ja! No me gustaba, no iba con mi personalidad, quería usar mi nombre. Mi nombre, eso era lo único que tenía.
Aro no me había dicho nada contundente acerca del maldito nombre, lo único que salió de sus labios fue un “no es seguro” ¿Qué tendría que haber entendido de eso? Me sentía frustrada, y confundida, de lo único que estaba segura, no podía dejar que supieran mi identidad, no hay que ser inteligente para saber que podría estar en peligro, aunque alguien de ese clan, aunque fueran 7 vampiros bien fornidos, me atrapara y pudiese hacerme daño me tenía sin cuidado, pero más vale prevenir que lamentar, además no tenía ni la menor idea que dones tenían, ni cuales serían, bueno si es que tenían. Y si llegaba a haber algún peligro, más que seguro que tendría que ver con la mente, y en eso yo estaba protegida. Una vez más me admire de la inteligencia estratégica de aro, que no daba puntada sin hilo, cuando amaneció decidí confiar en él, pero hasta cierto punto, no iba a arriesgar mi vida por él, cuando viera que la situación se me salía de las manos, simple y sin complicaciones; los mataría.
Quería salir a reconocer el lugar, la cuidad, además necesitaba saciar mi sed, estaba sedienta totalmente, primero fui a por mi maleta, necesitaba cambiarme de ropa, no era muy común andar por una ciudad tan fría y húmeda, en vestido. Cuando me percate del gran sobre que había en mi equipaje, me había olvidado completamente del, Era el que aro me había dado. Lo abrí con curiosidad había dos fotos y un mapa de la cuidad de Forks, perfectamente detallado, me gustó mucho el gesto de aro; hacerme la vida más fácil. Pero era completamente innecesario yo ya había venido aquí.
En la primera foto se posaba el instituto de Forks, que ya había visto con anterioridad, al parecer aro quería que me infiltrara en aquel lugar, eso sería fácil, ya lo había hecho, me había hecho pasar por estudiante, profesora y hasta directora de alguna institución.
La segunda foto mostraba una casa sencillamente preciosa, de tres pisos ventanales grandes. La casa estaba rodeada de muchos árboles, la gama de colores de la casa era clara, me encanto, no era a lo que acostumbraba a ver, tenía algo especial esa casa, que aun estando impregnada en un papel lo transmitía, ¿Para que me había enviado la foto? ni idea.
Salí, no llovía pero si había una densa niebla, decidí “cazar” de camino hacia Forks ya que había decidido ir a matricularme al colegio ese mismo día, ya que era empezar el instituto cuanto antes. Me asegure no tener miradas humanas pendientes de mí y eche a correr por los bosques, para que negar que me gustaba correr, y sobre todo en los bosques, porque no sé pero me hacía sentirme bien, dejarme llevar por el viento, mis pies que casi se movían solo. Había un grupo de personas cazando por allí cerca, pero eran muchas, diez para ser exactos, y no quería llamar la atención, haciendo desaparecer a todos aquellos,  me saque el chaleco, quedando solo con una fina blusa, unos jeans apretados y tacones, me solté el pelo y trate de llamar la atención de algún desafortunado hombrecillo. Para mi suerte el anzuelo pico rápido, me miro, y sus ojos se pusieron como platos, se paró de donde estaba, menos mal no llamo la atención, porque los demás ni cuenta se dieron, y siguieron hablando tranquilamente, sin sospechar que la vida de su amiguito correría peligro, le sonreí pícaramente, y el abrió la boca como tarado, alce un dedo y le indique que avanzara hacia mí, sin pensarlo dos veces, comenzó a caminar hacia mí, hacia el destino de su lamentable muerte.
El humano parecía como si estuviese hipnotizado. Pero el miedo se reflejaba en sus ojos y no me equivocaba, lo demostró cuando dio un paso  hacia atrás, lejos de mí, dudando. Estábamos a una distancia de cinco metros. Tenía que darme prisa, porque los otros hombres que lo acompañaban, se podrían dar cuanta de mi presencia, y todo se complicaría, sin motivo.
-          Hola precioso- susurre provocadoramente- ¿quieres venir conmigo?- le pregunte, mordiéndome la punta de un dedo, de una forma sensual.
Ahora si no le quedaron dudas y vino directamente hacia mí. ¡Que lento! Tenía tanta sed, que me impaciento su paso humano. Cuando estaba a un metro escaso de mí, comencé a retroceder, paso por paso, hasta internarme entre los árboles, nunca solía ser tan delicada ni detallada con mis presas. Pero por primera vez, de verdad que no quería llamar la atención.
Pare mi andar, ya que nos encontrábamos internado en el corazón del bosque, bastante alejados ya de sus amigos. El también paró, imitándome.
Comencé a dar vueltas a su alrededor, lentamente, mirándolo de todos los puntos de vista, como un felino, pero más sutilmente, más delicado.
El corazón de mi presa comenzó un ritmo, constante y acelerado, el aumento era considerablemente delicioso.
Me encontraba detrás de su espalda, pase mi brazo derecho por su lado posterior del cuello, e introduje mi mano por la abertura de su camisa, pasando por su pecho, que para mi sorpresa estaba bien fornido. Y posicione la palma de mi mano, en el lugar exacto donde su corazón latía a plenitud máxima.
Tuve que aguantarme las ganas de introducir mi mano en sus costillas, y sin misericordia arrancarle el corazón a ese frágil humano, y luego directamente beber la sangre que lo rellenaba… pero no quería ensuciarme.
-          No, no, no- susurre en su oído – no te conviene tener el pulso acelerado- solté una sutil risa… aguda, cruel. Me agrado como siempre sentir su cuerpo temblar, del miedo, del pánico.
-          ¿Quién eres? ¿Qué quieres?- me pregunto tartamudeando.
-          ¿Quién soy?- sonreí- ni yo lo sé- pero de algo te aseguro, mi voz será lo último que escucharas ¿Qué quiero?... mmm pues eso es bastante simple… tu sangre.
Aproxime mi boca a su cuello, apoyando mis labios cerrados, podía sentir el flujo cálido de sangre bajo su piel, la ponzoña Haciendo que entrara a un estado de frenesí. Abrí mi boca, retirando mis labios, y exhibiendo mis afilados dientes estaba a centímetros de su piel… cuando me sentí volar.
-          Corre.- oí decir a una voz aterciopelada y unos pasos torpes alejarse del lugar, mientras yo volaba por los aires. Me aferre de una rama de un árbol, dándome la vuelta y quedando aovillada en la misma. Me quede con la cabeza gacha, tratando de controlarme, pero no lo logre del todo. Le gruñí como un verdadero animal enfurecido, y es que así es como yo estaba, enfurecida, aparte de extremadamente sedienta, gracias a eso de muy mal humor, mas encima se atrevió a interponerse en mi casería, y ni siquiera de frente, lo hiso por la espalda. Fue tan rápido que apenas lo oí llegar, me pillo de sorpresa, como casi nunca me ocurre, pero estaba muy concentrada en querer sentir aquella cálida sangre fluir por mi boca, aquella sangre que ahora corría lejos de mí. Me dolió la garganta, de verdad tenia sed, que provoco que le gruñera aún más fuerte y con mayor ferocidad.
-          Tranquila… hay otra solución, no solo matar a humanos es válido.
-          ¿así? No me digas- le conteste irónicamente, aun tratando de no tirarme encima del.
Me deje caer al suelo, con mis manos entremedio de mis piernas, apoyándolas en el suelo. Levante mi mirada clavándole mis furiosos ojos a aquellos de color dorados que me miraban de una forma pacífica.
Pero de pronto me miraron de una forma extraña, con sorpresa, incredulidad, miedo. Se le cayó la mirada al suelo, y no salía de su asombro. No sabía a qué se debía tanta sorpresa, pero aproveche aquella pequeña y extraña ventaja. Me situé al frente del, en menos de lo que se pestañea, lo tome del cuello estampándolo contra un árbol, levantándolo del suelo. Sabía que eso no lo dañaría, solo era una forma de inmovilizarlo. Sus ojos todavía mostraban sorpresa.
-          ¡Nunca!- le rugí- ¡Escúchame bien!- le grite- ¡Nunca! ¡Jamás! ¡Vuelvas a interponerte entre mi presa y yo! ¡¿Me oíste bien?! ¡Jamás! Porque para la próxima no vivirás para contarlo- lo amenace.
Decir que estaba furiosa, sería poco, estaba totalmente descontrolada. Quería matarlo Clavarles los dientes en su cuello, y rajarle la cabeza de un solo movimiento. Pero no podía, no debía. Por qué el que tenía colgado de mi mano, era nada más y nada menos que el famoso Edward Cullen… pero ¡Ah! No me podía tranquilizar. Pero tenía muy en claro que matarlo no era una opción. El movió la boca para hablar, solté un poco mi agarre.
-          Isabella- susurro con dificultad.
Yo me congele, y lo solté automáticamente, ¡Dios santo, un Cullen me concia! No, no, no, pero como tanta mala suerte. Un Cullen sabía que yo pertenecía a los Vulturis. Mi mundo estaba acabado, adiós sueño del premio ofrecido por aro.
-          ¿Isabella… Swan?- ¿Qué? A ver, para, para ¿dijo Swan? O sea… me estaba confundiendo… pero eso era muy absurdo, los vampiros tenemos una memoria perfecta. Aunque por el momento suspire mentalmente, estaba todo bien, el no sabía que yo era una Vulturi, así que podría seguir con la misión.
-          Lo siento… no sé a qué te refieres… mi nombre es Mariana González- ¡arg! Cuanto odiaba usar ese nombre- mucho gusto. - Con el susto que me mando, hasta el enojo se me paso.    
-          No- pronuncio lentamente- tú eres la chica Swan, tú vivías aquí en Forks, hace ciento veinte años, tú eres la chica que mágicamente desapareció de un día para otro.
Lo quede mirando con la boca abierta. ¿Es que acaso sería posible? ¿Conocía aquel vampiro mi vida humana? Algo se removió dentro de mi ¿pánico? Yo no estaba preparada para conocer mi otra vida, así tan rápido, de solo pensarlo me daban nauseas.
No sabía que decirle, pero de no hacerlo seguiría hablando, lo podía ver en sus ojos, que hablaría y hablaría, hasta que yo recordara semejante cosa, y para rematar falsa. Por qué me negaba a creer algo tan absurdo.
-          Guau… ¿sí que tienes imaginación verdad? Me sorprendiste ¿sabes? Deberías escribir un libro- gracias al cielo… y a aro, que tenía experiencia en lo sarcástico e irónico, aunque las mentiras nunca han sido mi fuerte, hacia esfuerzos. Era mi trabajo. El Cullen me mando una mirada furibunda, por el obvio sarcasmo de la frase anterior.
-          Me parece que eres tú la que no lo quiere reconocer… nunca olvidaría tu rostro, menos tu olor- hizo una mueca- me alegra que ya no exista. Gracias a él, yo me fui a Denali por unos días, escapando… a la semana volví y tú, ya no estabas. Tu padre solo…
-          ¡¡Para!!- grite tan fuerte que las aves del árbol más cercanos emprendieron su vuelo. Sentía como si la cabeza se me fuera a reventar. ¿Es que acaso no lo entendía? ¡No quería escucharlo! No quería saber, me aterraba ¿tan difícil era de entender?
-          Escucha… perdón, ¿Cómo es que tú te llamas?- me hice la tonta, como si no lo supiera ya.
-          Oh… perdón, que descortés, es que todo fue muy rápido… y confuso… mi nombre es Edward Cullen- … y yo me quede como una estúpida mirándolo. Es que la forma en que pronuncio su nombre, a cualquiera la hubiera dejado en shock, como me paso a mí, aquellos perfectos y carnosos labios me dejaron fuera de combate, era tan, tan hermosos, que llegaba a doler el estómago, me quede como una boba mirándolo. Mucho más tiempo de lo que permite la educación. Él se dio cuenta, y como para rematarme me regala una predilecta sonrisa torcida, y sensual… ni siquiera en mis ciento vente años, había visto una sonrisa tan perfecta. ¡Isabella para! Me exigí, me costó al menos dos segundos en retomar el hilo de la conversación.
-          Mucho gusto Edward- ¡vaya gusto!- como te dije hace un instante mi nombre es MARIANA González- se lo remarque- y no Isabella Swan, ¿me entiendes bien? ¿O tengo que explicártelo en francés?
-          Mmm…- hiso como que estuviera pensando en la respuesta, le gruñí- hui, hui que estas de mal humor- se acercó hacia mí y rozo con las yemas de sus largos dedos, mis ojeras que estaban color purpura… casi pasando al negro fosforescente. De nuevo quede en shock. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, desde la punta de mi cabello, hasta los dedos de mis pies, y supe que en su caso había ocurrido lo mismo, ya que cerró los ojos y sonrió con su sonrisa predilecta.
-          Parece que tienes sed-  dijo abriendo los ojos, que de pronto tenían una tonalidad oscura. Le siseé ¿Cómo se le ocurría hacer semejante comentario sabiendo mi estado de ánimo? El retiro la mano de mi rostro. Lástima.
-          Pareces una neófita- comento con una sonrisa burlona en su angelical rostro.
-          De neófita no tengo nada querido.
-          ¿Cuántos años tienes?
-          Ciento veinte- respondí sin dudar
-          Vez… vez… - haya vamos de nuevo… rodee mis ojos
-           Ni se te ocurra decirlo.
-          Mmm ok… MARIANA- dijo mi… el nombre remarcándolo, y supe por su tono que no me creía nada de nada- entonces ¿quieres cazar?
-          pero… pero… - no lo podía creer, estaba anonadada- ¡acabas de ahuyentar mi presa! ¡¿Y me dices que vallamos a cazar?! ¿Qué te pasa? ¿Acaso tienes personalidades múltiples? ¿Eres bipolar?  - rio nuevamente, como si fuera lo más divertido.
-          Mejor vamos luego… pero te digo algo ahí distintas formas de cazar
-         ¿Otras formas de cazar? ¿A qué te refieres? – pregunte temerosa ¿A qué se refería?
-          Ven vamos… - yo dude- confía en mi-
Me incito mirándome con gran intensidad, por un momento me sumergí en sus ojos de un exquisito color dorado, me sumergí en lo más profundo del y supe que podía confiar en aquel estúpido vampiro sexy. A sí que le sonreí, con unas de las sonrisas más sinceras que pude expresar. Yo no era de mucho sonreír… mejor dicho yo casi nunca sonreía.
Comenzamos a correr entre los árboles, era todo de una espesa masa verde, era muy bonito, me hubiera gustado a ver vivido allí, el repentino pensamiento me dejo helada, más de lo que ya era.
-          ¿Te das cuenta que cuanto animal hay en el bosque se esconde a nuestro paso?- Edward me saco bruscamente de mis escalofriantes pensamientos- eso comprueba lo que somos. Unos monstruos- dijo con tono entristecido.
-          Es lo que somos y ya no hay vuelta atrás. No consigues nada con atormentarte con algo que esta fuera del alcance de tus manos, es algo que tú no puedes cambiar.
-           Mmm buen punto de vista- me alabo.
No me había dado cuanta con la conversación, pero ya no íbamos tan rápido. Poco a poco íbamos reduciendo más velocidad.
Habíamos llegado a un lugar ampliamente abierto, a donde podíamos ver a unos enormes alces comiendo del pasto, se podía escuchar lo fuertes palpitares de sus grandes y pesados corazones bombardeando sangre a grandes cantidades.
Fue allí donde caí en cuanta. ¿Cómo no fui capaz de verlo antes? ¿Es que acaso no era demasiado obvio? Parece que Edward y su belleza me ponían estúpida “hay otra forma de cazar” había sido demasiado claro. Un escalofrió recorrió mi cuerpo.
-          Oh, oh- fue lo único que atine a decir. Edward no me quitaba la mirada de encima. No sabía cómo decirle que ni aunque no existiera un diminuto humano en la basta tierra, probaría esa asquerosidad de sangre, que hasta probablemente me debilitaría.
-          Isabel… esto… Emmm… MARIANA…
-          No digas nada, no gastes palabras. yo no voy a beber de esa sangre.
-          ¿Por qué no? ¿Es que acaso te da asco? ¿Repugnancia?
-          ¡Claro que me da asco! Y no entiendo cómo es que a ti no te da.- solté sin pensarlo y temí su reacción. Pero el río
-          Te entiendo, pero ¿No crees que es mejor que acabar con una vida? ¿Acabar con sueños, metas, planes? ¿No te causa aunque sea lastima el dolor de los familiares, el dolor físico de esa victima tuya?
-          ¡Pero si ellos no sienten!- solté de repente, y fue lo peor que pude a ver hecho. Ya que se enojó y mucho. Arrugo su frente, como si no fuese creer lo que yo había dicho.
-          ¿Cómo eres capaz de decir algo así? – no, esto está mal los Cullen nunca me entregarían su confianza mientras yo me comportara de una forma tan macabra. Intente arreglar el asunto.
-          ¡Oye, yo no soy mala!- ¡que cínica!- pero esta es nuestra naturaleza, es así como a mí me lo enseñaron- lo último era verdad.
-          ¿Y quién te enseño semejante mentira?- me pillo con la guardia baja ¿Qué le diría? Nunca se me paso por la mente que me preguntaría algo así. Intente salirme por lo tala-gante.
-          No es mentira- susurre
-          ¡Claro que es mentira! ¡Los humanos tienen sentimientos, pensamientos, se asustan, se alegran, sienten frio, calor! ¡Se entristecen al igual que nosotros! ¡Sienten dolor al igual que nosotros!  - me reí en son de burla.
-          Bella es verdad- quede entumecida, y no por la rabia de que me llamara por mi verdadero nombre esta vez, sino por la forma en que sonó la abreviación de este en sus carnosos e irresistibles labios. Nunca había sentido tales emociones con nadie, y eso estaba mal… muy mal.
-          No me llames así- susurre sin fuerza. El suspiro exasperado.
-          Ok, ok MARIANA ¿te puedo decir algo? Te juro que después de esto no vuelvo a sacar el tema de nuevo. – rodee los ojos. Asentí seriamente- bueno al menos que tú quieras saber… ¿sabes por qué a parte de tu sangre nunca te olvide? – lo mire desconcertada. Él se acercó más a mí, tenía su espléndido rostro a solo unos escasos centímetros del mío. Comencé a agitarme.
-          No, no lo sé- respondí muy, muy bajito.
-          Eres a la única persona en todo el mundo, a quien no le puedo leer el pensamiento. Incluso ahora que eres como yo.